La Policía Nacional ha desarticulado en Almería una red criminal dedicada a la explotación sexual de mujeres a quienes también involucraba en el tráfico de drogas. La operación culmina con once detenidos, 8 registros y la incautación de más de 10.000 euros, distintas cantidades de cocaína, éxtasis, tusi y sildenafilo. Lo que supone la desarticulación de facto de la organización.
Si bien se han encontrado vestigios que datan el origen del grupo criminal más allá de 2022, la investigación comenzó en octubre de 2023 y desde ese momento se han podido acreditar 18 víctimas, todas ellas captadas en sus países de origen, Venezuela y Colombia.
A través de horas de pesquisas, los agentes comprobaron que las víctimas, veinteañeras con cargas familiares, eran engañadas con falsas propuestas de trabajo en España para el sector del ocio nocturno o el servicio doméstico. La organización se encargaba de pagarles el billete de avión, reservarles hoteles falsos en nuestro país y prestarles efectivo para que acreditaran solvencia en los controles fronterizos, dándoles instrucciones precisas para que superaran las entrevistas con los agentes del aeropuerto. Aunque el desembolso no superaba los 1.500 euros, por estas gestiones las chicas contraían una deuda de 7.500 euros con la organización en lo que se conoce como "bolsa de viaje".
La líder de la red, también de origen venezolano, presumía de contactos en su país capaces de amenazar la vida de los familiares de las chicas en caso de que estas no cumplieran con sus "obligaciones". La detenida repartía los beneficios de los servicios sexuales al 50% con las víctimas, pero también les cobraba la plaza: alojamiento, manutención, transporte, ropa, los anuncios online y la centralita. De este modo era prácticamente imposible para las víctimas librarse de la deuda que pesaba sobre ellas. Y de eso se aprovechaba la organización, que ofrecía a las chicas cantidades que oscilaban entre los 300 y los 500 euros por encontrar nuevas víctimas.
El ejercicio de la prostitución se convirtió en el modus vivendi de las víctimas. Dos telefonistas de la organización, que se hacían pasar por ellas, eran las encargadas de agendar los servicios anunciados en los distintos portales de contacto en internet. Las chicas solo disponían de dos horas libres al día, desde las 16:00 hasta las 18:00 horas, siempre y cuando encontraran a una compañera que las cubriese. No podían rechazar clientes, ni tampoco negarse a las prácticas sexuales que les solicitaran. Una víctima declaró que mientras estaba siendo agredida pidió ayuda al encargado de controlarla y su respuesta fue "estate tranquila y termina el servicio". Tal era la situación que algunos clientes, al conocer las circunstancias reales de las chicas explotadas, llegaron a publicar lo que sucedía en las redes sociales, o a denunciar anónimamente ante la autoridad policial.
Otra de las particularidades de la organización era la manera en la que combinaban la explotación sexual con el tráfico de drogas. En cada una de las tres casas que usaban para prostituir a sus víctimas siempre había una cantidad de droga para ofrecer a los usuarios con el fin de incrementar los beneficios del servicio. Las cantidades estaban medidas para evitar cargos por tráfico en caso de ser detectadas por la policía y cuando se agotaba, varios miembros de la organización, que trabajaban para una conocida empresa de delivery, la reponían en sus motos de reparto.
La líder de la red obligaba a las chicas a drogarse para fomentar el consumo entre los clientes, lo que provocó que muchas de ellas desarrollaran una adicción que también contribuía a perpetuar su deuda. Con tantos beneficios la detenida tenía verdaderos problemas para blanquear los 140.000 euros que declaró haber facturado a lo largo del pasado año fiscal.
La explotación de la operación, que culminó con la desarticulación de la organización, desembocó en 11 detenciones practicadas en los 8 registros realizados en los distintos domicilios de los componentes de la organización, las casas de citas y un lavadero de vehículos. En los citados registros se intervino un total de 10.035 euros, 188 dólares, numerosas dosis de cocaína, éxtasis, tusa (éxtasis y ketamina de color rosado), marihuana, sildenafilo (marca blanca de Viagra), joyas, agendas y anotaciones que acreditan la situación de explotación sexual, material informático y teléfonos móviles.
También llamó la atención de los investigadores la cantidad de elementos de santería y rituales esotéricos encontrados en los domicilio de los cabecillas de la organización. Normalmente este tipo de prácticas contribuyen a crear un clima de temor en las mujeres explotadas.
Los once detenidos fueron acusados de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, delito relativo a la prostitución, delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, delito contra los trabajadores, delito contra la salud pública y pertenencia a grupo criminal. A pesar de que muchos de los detenidos tenían antecedentes policiales, ninguno de ellos estaba relacionado con los delitos que nos ocupan.
Conoce del caso el Juzgado de Instrucción número 6 de Almería, si bien los detenidos fueron puestos a disposición del Juzgado de Instrucción 3, en funciones de guardia, que decretó prisión para 7 de ellos.