La Senda Fluvial del Nansa se mueve entre las localidades de Muñorrodero y Cades, un recorrido perfecto para disfrutar en familia sin necesidad de tener una gran preparación física. Son 14 kilómetros que pueden hacerse en apenas 4 horas, en medio de un paisaje realmente único, con un camino que corre paralelo al Río Nansa, atravesando bosques de centenarios fresnos, castaños, sauces, hayas y encinas.
En su origen, esta ruta fue un rustico sendero que los pescadores de la zona abrieron con mucho esfuerzo para acceder a las corrientes y pozas que formaba el río; poco a poco, construyeron allí pasarelas y puentes para llegar a los sitios donde capturar las mejores truchas y salmones. Estos pasos son los que se acondicionaron los expertos de la Confederación Hidrográfica y Plan Estatal de Dinamización de Medio Ambiente para que puedan ser recorridos actualmente por senderistas de todas las edades, sin ningún peligro.
La ruta arranca en el pueblo de Muñorrodero y llega hasta la central hidroeléctrica de Trascudia, donde se encuentra una imponente cascada. Todo el camino se hace en paralelo al río, disfrutando de la fauna típica de la región que incluye patos, cormoranes y, ocasionalmente, nutrias.

Río Nansa
Escaleras colocadas estratégicamente permiten salvar los pequeños desniveles que aparecen a lo largo del recorrido. Además, en el kilómetro 6 de la carretera autonómica CA-181, hay un área de descanso y también la posibilidad de visitar el mirador del Poeta, que se eleva sobre las aguas del embalse de Palombera (donde, desde hace muchos años, un cada vez más nutrido grupo de jóvenes practican paddle-surf), brindado una visión única de todo el lugar.
Más adelante, a dos kilómetros del final del trayecto, se encuentran pasarelas de madera que salvan el tramo más rocoso del río y desde las que se puede contemplar una pequeña gruta bautizada por los lugareños como la "Cueva de los Murciélagos", un lugar que es posible visitar con las precauciones del caso (especialmente si se trata de una familia con niños pequeños).
Una vez que llegamos a la carretera que une el Puente El Arrudo y Otero podemos alargar el paseo para visitar la Ferrería del poblado de Cades, uno de los grandes emblemas históricos de la región, el sitio donde, antiguamente, se transformaba el mineral de hierro en lingotes. Rebeca, la guía del lugar, explica: "La Ferrería estuvo funcionando desde 1752, que se terminó de construir, hasta el final del siglo XIX. Tenía dos molinos, lo que demuestra que era importante. Mirad, los huecos del tejado se dejaban para que saliera el humo. ¿Sabéis que los herreros eran sordos en su mayoría? Los martillos que caen sobre la boa para producir lingotes de hierro son tan enormes y pesados, que por eso los herreros perdían oído".
Miguel Ángel González, el alcalde de Val de San Vicente que inauguró la senda, habló del gran suceso que significa para la región este recorrido: "Ha sido un éxito. Fue una inversión de la Confederación Hidrográfica y Plan Estatal de Dinamización de Medio Ambiente. Y tuvo beneficios importantes. Por ejemplo, con los arreglos que se hicieron del río se puede ahora estar más tranquilo con las inundaciones de Muñorrodero, eso sin contar el nuevo tramo que va desde Camijanes hasta Cades, entre Val de San Vicente y Herrerías".