El Ministerio de Cultura ha presentado hoy 'in situ' los hallazgos de las campañas arqueológicas que el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), desarrolla en el Monasterio de San Pedro de Arlanza (Hortigüela, Burgos) desde 2021 para investigar los orígenes de la edificación. Asimismo, se ha detallado la nueva campaña de excavaciones arqueológicas que, entre junio y agosto, está llevando a cabo un equipo multidisciplinar de especialistas en dos sectores del cenobio. La presentación ha corrido a cargo del jefe de Arqueología del IPCE, Juan José Gordón, y, a su término, se ha realizado una visita en la que ha participado el subdelegado del Gobierno en Burgos, Pedro Luis de la Fuente.
Tal como ha expuesto Gordón, "la campaña arqueológica 2024 en San Pedro de Arlanza ha sido todo un éxito, ya que hemos dado respuesta al principal interrogante que rodeaba a la historia del monasterio: la posible existencia y ubicación del primitivo claustro, hoy desaparecido". El hallazgo del banco corrido de cimentación, el negativo de la primera hilada de sillares y la reutilización de piezas románicas como basas y molduras, han confirmado lo que el equipo de trabajo barajaba como principal hipótesis: que el templo pudo contar desde el siglo XI con un claustro románico de una sola planta, ubicado en el mismo lugar que el Claustro Mayor herreriano actual. "Se construyó a escasos centímetros del actual, con una superficie superior al moderno, pero fue totalmente desmantelado y sus piezas románicas reutilizadas para las zapatas de cimentación del claustro renacentista", ha apuntado el director de las excavaciones.
Además, se ha terminado de excavar la muralla monástica descubierta en la anterior campaña, "sacando a la luz una estructura de gran potencia que cerraba todo el recinto monástico septentrional y que sólo se conocía a través de antiguas fuentes escritas", según Gordón. Esta cerca perimetral daba acceso a la iglesia, probablemente en el momento en que el templo adquirió funciones parroquiales. Está documentado que, al menos hasta el siglo XVI, el monasterio estuvo rodeado por una muralla con cinco torres: la de fray Pelayo en la zona occidental, la de Doña Sancha en el extremo suroeste, la del Tesoro en el norte y las del Capítulo y del Conde en la fachada este. Las sucesivas reformas y el abandono del edificio borraron parcialmente su trazado.
Los trabajos de esta nueva fase del proyecto continuarán su desarrollo hasta finales de agosto con el estudio de los materiales recuperados, así como las analíticas y dataciones de los morteros empleados en la construcción tanto del claustro como de la muralla. Estos resultados permitirán establecer con exactitud, entre otros datos, la cronología de cada uno de los tramos amurallados. "Con eso cerramos un capítulo fundamental de la historia constructiva del monasterio de Arlanza, cuna de Castilla", ha concluido el experto.
Un proyecto arqueológico global
Estas actuaciones forman parte del proyecto arqueológico global que el IPCE está llevando a cabo en el monasterio desde 2021 y que tuvo como punto de partida la fotogrametría aérea y la prospección geofísica. En 2022, en paralelo al procesado e interpretación de los resultados obtenidos, también se intervino sobre la antigua hospedería del monasterio. La última campaña, llevada a cabo en verano de 2023, sacó a la luz los cimientos y restos de la muralla medieval que rodeaba al monasterio.
Gracias a estas intervenciones, el IPCE está obteniendo información inédita para conocer mejor el origen y evolución de este enclave, golpeado en marzo de 1894 por un violento incendio que redujo a cenizas el fondo documental del archivo monástico y que borró gran parte de su historia y su memoria. Los trabajos han permitido identificar nuevos elementos de su arquitectura y de su historia que, en un futuro, podrán incorporarse a la visita cultural del monasterio.