El cambio global está alterando la fisiología de la hibernación y la conducta de los murciélagos, según un estudio realizado durante veinte años y liderado por la Universidad de Barcelona. Con unos inviernos cada vez más suaves, los murciélagos acumulan menos reservas de grasa en otoño, disminuyen su periodo de hibernación y abandonan antes el refugio de invierno. Estos cambios podrían alterar el patrón migratorio de los murciélagos y la fenología de sus desplazamientos estacionales. El estudio se ha llevado a cabo en la colonia más grande de murciélagos conocida en Cataluña, que se encuentra en el Parque natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac. Está formada por unos 17.000 ejemplares del murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii), una especie migradora que se agrupa en grandes colonias, especialmente en invierno.
El trabajo, publicado en la revista Scientific Reports, está firmado por los expertos Marc López-Roig y Jordi Serra-Cobo, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la UB, y Eduard Piera, de la Generalitat de Cataluña.
Adaptarse a unos inviernos cada vez más suaves y cortos
Todo indica que los murciélagos se están adaptando a un clima más cálido, con inviernos más suaves y cortos. En latitudes de zonas templadas, los murciélagos acumulan grandes cantidades de reservas en forma de grasa durante el otoño para poder hacer frente al periodo de hibernación, que suele ir desde mediados de diciembre hasta finales de febrero.
"Las reservas de grasa acumuladas deben ser suficientemente importantes para poder sobrevivir todo el periodo hibernal sin comer. No obstante, a consecuencia de unos inviernos relativamente más cortos y con temperaturas más altas que las de décadas atrás, los murciélagos no se engordan tanto en otoño como solían hacerlo hace años, porque no necesitan tantas reservas para pasar el invierno", detalla el profesor Jordi Serra-Cobo, del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB.
Estos cambios corporales son evidentes en ambos sexos, aunque las hembras tienen una condición corporal menor que el macho, tanto al inicio como al final de la hibernación y durante el período de actividad (marzo). "Este hecho podría tener efectos en la reproducción de la especie, puesto que una pobre condición corporal de las hembras podría afectar negativamente a la gestación y la lactancia. Sin embargo, en nuestras latitudes, las hembras tienen tiempo suficiente entre el fin de hibernación y el inicio de la reproducción para recuperar peso y tener una condición corporal óptima para la reproducción", detalla Marc López-Roig.
Hibernar en cuevas cada vez más cálidas
El cambio global también afecta la disposición de los murciélagos en su refugio de invierno. "Habitualmente, la colonia de murciélagos se situaba en la cámara final de la cueva —la cámara de hibernación— situada a 65 metros de profundidad, con una temperatura relativamente constante —alrededor de los 7 oC— durante los meses de diciembre y enero".
"El trabajo constata cómo la cámara de hibernación tarda más en enfriarse con relación a los años anteriores. Este retraso afecta a la hibernación de los murciélagos porque no encuentran las temperaturas óptimas para poder hibernar hasta finales de enero o principios de febrero. Así, los murciélagos buscan los espacios más fríos próximos a la entrada del refugio de invierno y se exponen a un mayor riesgo de depredación (por ejemplo, por jinetas)", destaca López, Roig.
Rutas migratorias en proceso de cambio
Con una hibernación cada vez más corta, los murciélagos comienzan antes la actividad en comparación con otros años, avanzan los desplazamientos migratorios y llegan antes a los refugios de primavera. Si hay episodios tardíos de frío cuando llega la primavera, los murciélagos podrían no estar preparados para afrontar periodos de bajas temperaturas. Estos cambios también podrían tener implicaciones en la conservación y la gestión de la especie. "Las rutas migratorias y los desplazamientos estacionales de los murciélagos de cueva están muy bien documentados en Cataluña. En los últimos años, se han identificado nuevas localidades en estas rutas, pero también se han perdido o alterado algunos de los refugios importantes conocidos", comenta Serra-Cobo.
El investigador Marc López-Roig
Por ejemplo, se sabe que, en un refugio de hibernación de las comarcas de Tarragona, el aumento de la temperatura interior impidió la hibernación del murciélago de cueva. La pérdida de este refugio como lugar de hibernación modificó la migración de esta especie y alteró algunas de las rutas migratorias del sur de Cataluña.
¿Cómo afectará al control de plagas en el medio natural?
El cambio global también podría alterar la función ecológica de los quirópteros, que son decisivos para el control de plagas de insectos y de vectores de enfermedades infecciosas en el medio natural. ¿Cómo podrían afectar todos estos cambios en el ciclo biológico de sus presas?
"Todo indica que la fenología de ciertas especies de insectos también se ha avanzado con el calentamiento climático. Así coincidiría con el final de hibernación de los murciélagos, de modo que el impacto de acortar la hibernación sería menor si estos dos acontecimientos estuvieran sincronizados".
Todas las especies de quirópteros pueden quedar afectadas por el cambio climático, pero la magnitud del impacto puede ser muy diferente entre grupos de murciélagos con diferentes patrones biogeográficos. "Las especies mediterráneas, adaptadas a unas condiciones climatológicas con temperaturas más elevadas, podrían ser menos vulnerables para el calentamiento climático que las especies de latitudes más nórdicas o boreales", concluye el equipo.