La esquizofrenia es un trastorno mental grave que afecta a cerca del 1 % de la población mundial. Investigadores de la UB han identificado un déficit en la percepción del contraste en personas con esta enfermedad. Según una revisión de más de seiscientos estudios, estos pacientes tendrían alterada la capacidad de ver diferencias en la intensidad de luz entre áreas adyacentes, lo que nos permite identificar formas, texturas y detalles en el entorno. Estos resultados podrían ayudar a descifrar disfunciones en los mecanismos neurales y computacionales de la esquizofrenia. Además, esta alteración perceptiva también podría explorarse como un potencial biomarcador no invasivo para el diagnóstico o seguimiento de este trastorno. Sin embargo, los autores subrayan la necesidad de realizar más estudios para confirmar esta relación y aclarar el papel que desempeñan en esta alteración visual otros factores como la medicación.
El artículo, publicado en la revista Schizophrenia Bulletin, lo firman los investigadores Daniel Linares y Cristina de la Malla, junto con el estudiante de máster Aster Joostens, del Grupo de Visión y Control de la Acción de la Facultad de Psicología y del Instituto de Neurociencias de la UB (UBneuro).
Un indicador clave de la función visual
Los síntomas de la esquizofrenia se caracterizan por alteraciones del pensamiento y de la conducta, como pérdida de contacto con la realidad, delirios o alucinaciones, pero también se presentan anomalías en la percepción de los estímulos visuales, como por ejemplo déficits en la percepción del color o contraste. Comprender estas anomalías puede dar pistas acerca de cómo las alteraciones en el procesamiento de la información contribuyen a los síntomas característicos de la esquizofrenia. "La percepción del contraste es una de las capacidades más fundamentales de la visión, ya que sin ella no podríamos percibir adecuadamente el entorno y los objetos que hay en este, lo que puede comprometer tareas de la vida cotidiana como desplazarse por el espacio, reconocer rostros o leer", explica el equipo investigador, que pertenece al Departamento de Cognición, Desarrollo y Psicología de la Educación.
Los investigadores Cristina de la Malla y Daniel Linares
Los mecanismos neurales implicados en esta alteración podrían estar relacionados con los niveles de glutamato, un neurotransmisor que se considera que ejerce un papel central en la patogénesis de la enfermedad. "Una disminución de este neurotransmisor puede provocar una reducción de la actividad neural en las áreas cerebrales responsables de procesar el contraste. En consecuencia, una disminución de la sensibilidad al contraste, aunque no de gran magnitud, puede reflejar un deterioro subyacente en el sistema glutamatérgico de las personas afectadas", detallan los especialistas.
Por tanto, las pruebas de sensibilidad al contraste podrían ser "una valiosa herramienta para identificar a individuos con esquizofrenia que demuestren una disfunción más pronunciada en esta vía de neurotransmisión. Por ejemplo, estos pacientes podrían ser candidatos ideales para ensayos clínicos que evalúen medicamentos que se dirigen específicamente a la señal glutamatérgica", subrayan.
Desentrañar el impacto de la medicación y la atención
Los resultados de la investigación muestran una alteración en la percepción del contraste de gran magnitud en personas con esquizofrenia, pero también que esta disfunción podría estar influida por otros factores. "En el estudio hemos identificado una relación con la dosis de antipsicóticos administrada, lo que sugiere que la alteración podría deberse, al menos parcialmente, a los efectos de la medicación", destacan.
Igualmente, sería crucial conocer con más detalle qué papel representa la atención, ya que ninguno de los estudios revisados ha tenido en cuenta que los pacientes podrían hacer la prueba menos concentrados, aunque, según los expertos, se sabe que estas personas son más propensas a sufrir lapsus atencionales. "Un déficit a la hora de hacer una tarea perceptiva o cognitiva puede derivar de un deterioro específico en los procesos que la tarea está diseñada para evaluar, pero también podría reflejar un deterioro cognitivo más generalizado, como lapsus de atención, lo que podría estimarse por la proporción de errores en test muy fáciles", explican. El hecho de que los estudios no hayan tenido en cuenta este factor "abre la posibilidad de que estos lapsus contribuyan al déficit que se ha observado", añaden.
De este modo, para determinar si la alteración es causada directamente por la enfermedad y poder utilizar este indicador como biomarcador de psicosis, los investigadores subrayan la necesidad de elaborar nuevos estudios con diseños experimentales que permitan desvincular déficits perceptivos de atención y que incluyan poblaciones con síntomas psicóticos, sin medicación o con poca. "En esta línea, actualmente medimos la sensibilidad al contraste en pacientes con encefalitis anti-NMDAR, una enfermedad en la que también existe sintomatología psicótica, utilizando un paradigma que incluye pruebas de control para monitorizar su atención", concluyen.