"Teresa, ¿de qué lado estás? Esta gente nos roba". Con esa pancarta han irrumpido esta mañana varios activistas en los XXXIII Premios de la Energía, que se celebran hoy en el Hotel Intercontinental de Madrid, para que tanto a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, como a los directivos de las grandes empresas energéticas, presentes en el acto, les llegue alto y claro: en este contexto de grave crisis climática y desigualdad socioeconómica, es urgente sustituir el actual sistema energético, responsable del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero en nuestro país y en manos de unos pocos que acumulan poder y dinero, por uno que sea democrático, descentralizado, justo, libre de combustibles fósiles y que sitúe el bienestar de la población y el planeta en el centro.
Así lo aseguran en un manifiesto conjunto las decenas de organizaciones que han puesto en marcha la acción de hoy para lanzar un mensaje paraguas común: "Así no hay quien viva". Los activistas han utilizado herramientas sonoras (pitidos) para generar ruido en el interior del recinto interrumpiendo el acto, así como caretas, billetes de papel, humo y olores desagradables.
Durante toda la mañana se ha podido ver, además, a decenas de personas que, en apoyo a todos estos movimientos climáticos, sociales y sindicatos, han participado en una manifestación no comunicada desde el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico hasta las inmediaciones del hotel en el que se celebran los premios, para mostrar la unidad e interseccionalidad de la lucha y reclamar su derecho a la protesta y libre asociación con pancartas como "Los ricos siempre ganan, la clase obrera paga" o "Parar el fin del mundo, llegar a fin de mes".
En su batalla contra el oligopolio energético, les avalan los números: mientras las grandes energéticas (Iberdrola, Endesa, Naturgy y Repsol) batieron récords de beneficios en 2022 con 12.571 millones de euros (un 41% más que el año anterior), la factura de la luz de la población se disparó (un 88% más que en 2021). "Esto lo pagamos entre todas: la gente más vulnerable, golpeada por la inflación; la juventud, despojada de futuro debido a la crisis climática y ecológica, y la naturaleza con su destrucción", señalan las organizaciones, que reclaman justicia climática, soberanía popular y una verdadera democracia ambiental, basada en la participación ciudadana efectiva en la toma de decisiones.
"¿Tú también estás viendo que la sequía del siglo ya está aquí y que décadas de mala gestión están destruyendo ecosistemas como el de Doñana, mientras en todos los territorios nos privan de una transición ecológica rápida y beneficiosa para toda la sociedad?", se preguntan las organizaciones en su manifiesto, en el que, además, apuntan al constante aumento del coste de vida (y, más concretamente, de la energía), a la elevada precariedad laboral, al recorte en derechos fundamentales y a la desigualdad socioeconómica como parte de una misma crisis.
Por ello, combatir la crisis climática y llegar a fin de mes son la misma lucha. El aumento de las desigualdades está directamente relacionado con el modelo económico actual, que lleva décadas declarándole la guerra a la vida y al planeta, que ya muestra las consecuencias de sobrepasar sus límites biofísicos. Para las organizaciones, es clave apostar por la reducción de la demanda, la eficiencia, el ahorro y las soluciones inteligentes que aseguren una transición justa que garantice el acceso a energía renovable y asequible para todo el mundo.
Esta transición energética necesaria para reducir las emisiones puede beneficiar directamente a la población y contribuir a paliar la precariedad, con el autoconsumo y las comunidades energéticas, pero las grandes empresas energéticas, a través de las distribuidoras de electricidad, bloquean sistemáticamente la distribución eléctrica autogenerada.
Situaciones dramáticas en todo el mundo
Los incendios, las olas de calor y la extrema sequía actual, fenómenos provocados o exacerbados por el cambio climático, están generando situaciones dramáticas que todo el mundo está sufriendo ya en sus propias carnes, especialmente las personas más vulnerables y con menos recursos, que son quienes tienen menos responsabilidad, aseguran las organizaciones.
No solo lo dicen ellas. El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) anunció este año un "código rojo para la Humanidad": el capitalismo es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta y la ventana de oportunidad que la humanidad tiene para asegurarse un futuro habitable y sostenible para todos se está cerrando. Por ello, el grupo de expertos/as de la ONU ratificó que es crucial reducir las emisiones globales a la mitad en 2030. Por responsabilidad histórica, insisten las organizaciones, el Gobierno de España debe fijar un objetivo de reducción de por lo menos un 55% en 2030 respecto a las emisiones de 1990.
"No podemos seguir esperando (…) no pararemos hasta conseguir justicia social y climática y soberanía energética. Es urgente y actuamos por el amor a todas las personas y formas de vida en el planeta", concluyen las organizaciones en su manifiesto.