El obispo de Córdoba ha celebrado la mañana del miércoles 14 de febrero la misa de la imposición de cenizas en la Santa Iglesia Catedral. Comienza así la Cuaresma de este año. Cuarenta días por delante en los que la Iglesia nos invita "a prepararnos para la Pascua, el misterio central de la fe cristiana" en el que recordamos la muerte y resurrección del Señor, como ha destacado monseñor Demetrio Fernández al inicio de su homilía. Jesús ha vencido a la muerte y ha resucitado "para abrirnos de par en par las puertas del cielo". Por delante, cuarenta días de preparación y cincuenta de celebración. El Pastor de la Diócesis ha pedido entrar en la Cuaresma "con decisión, con deseo de cambiar, de convertirnos a Dios y de crecer en la vida cristiana".
La imposición de cenizas expresa "nuestra disponibilidad para recorrer el camino cuaresmal" que nos conduce al Triduo Pascual. Para vivir este tiempo en plenitud "hay que contemplar la misericordia de Dios", que no deja nunca de sorprendernos con su amor misericordioso, ha ensalzado monseñor Demetrio Fernández. Esta misericordia se ha expresado especialmente en la cruz de Cristo, Dios nos ha dado a su hijo y en su crucifixión encontramos el perdón. El Obispo ha recordado que la cruz es la imagen del cristiano y donde tienen que dirigirse nuestros ojos.
"Oración, ayuno y limosna es la pauta que nos da Jesucristo en este tiempo de Cuaresma". En la oración tenemos que abrir nuestro corazón a Dios porque creemos en la misericordia de Dios pero a veces le ponemos "tope" y Él nos convence de que su misericordia no lo tiene, está dispuesto a perdonarnos siempre. Lo nuestro tiene arreglo aunque a veces pensemos que no, tenemos "vicios estructurales" pero en nuestra actitud humilde Dios tendrá compasión de nosotros y nos concederá el perdón, ha resaltado el Obispo.
En el ayuno tendremos que prescindir de todo lo que nos estorba, seamos austeros en la vida y en los gastos, ha aconsejado el Obispo. En la limosna sed generosos, "no de lo que nos sobra, sino de lo que necesitamos", porque es una obligación cristiana, ha recordado monseñor Demetrio Fernández: el centro de mi vida es Dios y de ese amor a Dios brotará la generosidad con los hermanos.