El Museo Arqueológico de Córdoba, dependiente de la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, participa en La Semana de la Ópera del Teatro Real de Madrid con la retransmisión de la ópera Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea. La cita tendrá lugar el sábado, 28 de septiembre, a las 19,30 horas y para asistir será necesaria reserva previa a través de la página web del museo.
La Semana de la Ópera se ha consolidado como uno de los grandes proyectos del Real en el marco de su vocación como centro operístico nacional de referencia. Su objetivo es acercar este género musical a toda la ciudadanía a lo largo y ancho de la geografía española. La iniciativa es posible gracias a acuerdos con numerosas instituciones, ayuntamientos, asociaciones y centros culturales que colaboran para que la obra elegida cada año sea retransmitida a la vez en más de 300 puntos diferentes.
Por tercer año consecutivo, el Museo Arqueológico de Córdoba se une a esta celebración con la proyección en directo de Adriana Lecouvreur desde las gradas de la planta primera de sus instalaciones.
Adriana Lecouvreur
La ópera elegida en 2024 está inspirada en la vida real de la legendaria actriz francesa Adrienne Lecouvreur, ídolo de Voltaire que destacó por sus brillantes, sinceras y originales interpretaciones en la Comédie Française. Está ambientada en el efervescente París de la Ilustración y trata sobre el apasionado romance entre la artista y el mariscal Mauricio de Sajonia.
La música es de Francesco Cilea y el libreto está basado en la obra teatral de Eugène Scribe y Ernest Legouvé, un melodrama de celos y venganzas amorosas. Fue estrenada en el Teatro Lírico de Milán el 6 de noviembre de 1902 con la participación de Enrico Caruso.
Francisco Cilea creó una partitura de gran elegancia y contención, que combina la intensidad dramática, la belleza melódica, la exquisita orquestación y una refinada sensibilidad lírica, capaz de expresar las complejas emociones de los personajes, desde el lirismo más íntimo a los estallidos de pasión.
David McVicar respeta estrictamente la época y los espacios del libreto, con una puesta en escena espectacular, en la que la tensión emocional de la trama y de la música fluye sin obstáculos, transformando el teatro en un personaje vivo que, con su presencia omnipresente, influye y moldea el destino de los protagonistas.
La impactante escenografía de Charles Edwards, con su mezcla de cortinajes, maquinaria teatral y juego de espejos, y el opulento vestuario dieciochesco de Brigitte Reiffenstuel, crean una atmósfera melancólica anticipando el trágico final, con una paleta cromática dominada por tonos dorados, ocres y púrpuras, que evocan el lujo decadente de la aristocracia y la libertad, siempre marginal, de la vida sobre un escenario.