La Cátedra "Córdoba, Ciudad Mundo" de la Universidad de Córdoba ha inaugurado la exposición virtual "Antonio del Castillo, el pintor del barroco cordobés", una muestra significativa de la singular producción artística del maestro cordobés. Esta exposición está patrocinada por el Ayuntamiento de Córdoba y ha contado con la colaboración del Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de Córdoba, el Cabildo Catedral de Córdoba y la Colección Delgado. Está comisariada por Paula Revenga Domínguez, Noemí Rubio Pozuelo y Pablo Prieto Hames.
El espacio expositivo –al que se puede acceder a través de este enlace: https://assets.artplacer.com/virtual-exhibitions/?i=18010- tiene carácter permanente y está organizada en cuatro bloques temáticos: Los primeros años, Grandes encargos, "Historiejas" y tras creaciones, y Últimas obras. La exposición ofrece un recorrido por la trayectoria artística del maestro cordobés, brindando al visitante la oportunidad de contemplar una amplia selección de obras del artista procedentes de distintas instituciones en un mismo espacio virtual y, si así lo desea, de poder proyectarlas en su propio entorno físico con realidad aumentada.
Antonio del Castillo
Reconocido por su habilidad para dibujar y componer, así como por su capacidad para representar la naturaleza, este pintor se convirtió en el artista más importante de la Córdoba barroca y ocupa un lugar destacado entre los maestros españoles de su época.
Antonio del Castillo y Saavedra nació en 1616 y fue un pintor cordobés que, desde muy temprana edad, se familiarizó con el oficio de la pintura, pues su padre Agustín del Castillo contaba con un taller. Tras la muerte de éste en 1631, Antonio continuó su formación con Aedo Calderón y luego perfeccionó su técnica en Sevilla, en el taller de Zurbarán. Su estilo combinó influencias naturalistas y flamencas, con un notable dominio en la representación de las telas y el espacio. Al regresar a Córdoba alrededor de 1645, Castillo se estableció como uno de los pintores más demandados de la ciudad, especialmente por la iglesia y la nobleza.
A pesar de perder un concurso importante para intervenir en el retablo mayor de la catedral de Córdoba, su talento le permitió mantener a su familia y expandir su clientela. Aun así, su pintura fue ganando popularidad, y en 1643, comenzó a recibir encargos relevantes que consolidaron su prestigio.
Tras fallecer su primera esposa Catalina de la Nava y su único hijo, Castillo casó en 1647 con Magdalena Rodríguez, hija de un platero influyente, abriéndole las puertas a círculos culturales importantes. Esto le llevó a realizar obras notables como el Calvario (1649) y el San Rafael Arcángel (1652), encargos que incrementaron su fama.
A partir de 1654, su estilo se tornó más suelto y naturalista, influenciado por las estampas holandesas, alcanzando así una posición de gran respeto en la sociedad y creando unas composiciones muy originales que Acisclo Antonio Palomino acuñó como "historiejas" (1655-1660). A pesar de perder a su tercera esposa, Francisca de Lara y Almoguera en 1665 y de sentirse desfasado frente a las tendencias modernas, que había visto en las obras de Murillo, Castillo continuó pintando hasta su fallecimiento en 1668.
Aunque sus últimas obras reflejan una sutil incorporación del pleno barroco, es recordado principalmente como uno de los artistas más destacados de la escuela andaluza de su época, maestro del Siglo de Oro español y especialmente reconocido por su maestría en el dibujo.