El pasado 10 de mayo, el Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial (COVE), en colaboración con la Universidad de Alcalá (UAH), emitió una alerta de tormenta geomagnética severa. Esta previsión se debió a la detección de una intensa actividad geomagnética originada en una de las regiones solares más grandes y activas que se han observado en décadas, la AR3664 (aproximadamente 15 veces más ancha que la Tierra), anticipando que el evento podría perturbar significativamente nuestra tecnología e infraestructura durante el fin de semana, hasta el domingo 12 de mayo.
La alerta se originó debido a la cuarta de las seis eyecciones de masa coronal (Coronal Mass Ejection, CME), dirigidas hacia la Tierra, provenientes de dicha región solar activa. Esta CME, que viajaba a una velocidad de 1040 km/s, sobrepasando el umbral crítico de 1000 km/s, indicaba un alto potencial de impactos significativos. Aunque inicialmente se preveía que la CME impactaría entre las 22:00 UTC del 10 de mayo y las 03:00 UTC del 11 de mayo, su llegada efectiva a la Tierra se produjo aproximadamente a las 16:00 UTC del 10 de mayo. Desde este momento, aumentó de manera significativa la probabilidad de interrupciones en comunicaciones, degradación de la señal de navegación, fallos en sistemas radar y fluctuaciones en la red eléctrica.
Durante el fin de semana, las condiciones evolucionaron desde una tormenta severa nivel G4 hasta alcanzar un nivel G5, la categoría más alta y de peligrosidad extrema en la escala geomagnética, según la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration). Afortunadamente, gracias a la vigilancia y preparación efectiva, la llegada de la CME no causó incidentes severos, permitiendo mitigar los efectos potenciales.
Este evento no solo subrayó la eficiencia de la preparación y respuesta ante fenómenos meteorológicos espaciales, sino que también ofreció un impresionante espectáculo natural. Las auroras boreales, visibles en Galicia, Cataluña, Valencia, Madrid y Andalucía, demostraron la majestuosidad de estos fenómenos.
La experiencia reafirma la importancia del monitoreo constante para asegurar la protección frente a la actividad solar, destacando especialmente la reciente colaboración experta con la Universidad de Alcalá en temas de meteorología espacial. Esta alianza ha sido crucial para mejorar nuestra capacidad de respuesta y comprensión de estos fenómenos, permitiendo así que nuestras Fuerzas Armadas gestionen de manera segura y eficaz los riesgos asociados a estos impresionantes fenómenos naturales.