EL SECRETO del amor, ¿alguien lo conoce? El de la seducción, sí. Pero la cuestión del amor esencial es otra... Quienes tienen la suerte de haberlo sentido saben que es el don más maravilloso que puede acontecerte, siempre que sea auténtico. Hay quien lo rememora con canciones del siglo pasado. Sí, del s. XX. No todo lo que se compone musicalmente hoy en día es lo mejor, ni mucho menos. De hecho, cuando se abandona la rutina habitual, no sé qué pasa pero el entorno ambiental te devuelve, a través de la radio o en una sala nocturna de moda o en un taxi de vuelta al hotel, aquellas notas que tú creías enlatadas en las antiguas cassettes, algunas reeditadas en CD o archivadas en cualquier dispositivo electrónico. Se da entonces el enigma y la sorpresa del amor. ¿Estoy seguro de que sé lo que es amar?
Escucho esas canciones románticas de cuando yo tenía veinte años y sé que algo se me remueve por dentro. ¿Son las baladas entonces —esas que hablan de sublimar el acto amoroso— las que provocan la adoración entre el hombre y la mujer? Es cierto que las estrellas del límpido cielo, despejado de nubes por los vientos del Estrecho y las mismas noches marbellíes favorecen el impulso indescriptible de querer a alguien... Pero cuando algo va más allá del simple apasionamiento físico y transciende la ilusión de contemplar una mar en calma mientras se percibe el bullicio de Puerto Banús, entonces te das por aludido, 'flasheado'; penetra en ti el miedo que supone la libertad de elegir una de esas estrellas y dedicarle tu respeto, tu trabajo, tu tiempo, tu admiración, tu vida. Y curtirse cada día con el carácter de ese consorte amado, adaptarse incluso a sus formas y mantener el tipo abriendo brecha poco a poco en el cielo para volar juntos. No recuerdo exactamente quién ni cómo lo decía pero viene a expresar algo así como “si amas a alguien, déjalo libre; si no vuelve, nunca fue tuyo". Yo añado que si sigue a tu lado, realmente cada uno es del otro, se pertenecen como un todo indivisible, son futuro y transformación. Quien tenga un tesoro así, que lo cuide.
Escucho esas canciones románticas de cuando yo tenía veinte años y sé que algo se me remueve por dentro. ¿Son las baladas entonces —esas que hablan de sublimar el acto amoroso— las que provocan la adoración entre el hombre y la mujer? Es cierto que las estrellas del límpido cielo, despejado de nubes por los vientos del Estrecho y las mismas noches marbellíes favorecen el impulso indescriptible de querer a alguien... Pero cuando algo va más allá del simple apasionamiento físico y transciende la ilusión de contemplar una mar en calma mientras se percibe el bullicio de Puerto Banús, entonces te das por aludido, 'flasheado'; penetra en ti el miedo que supone la libertad de elegir una de esas estrellas y dedicarle tu respeto, tu trabajo, tu tiempo, tu admiración, tu vida. Y curtirse cada día con el carácter de ese consorte amado, adaptarse incluso a sus formas y mantener el tipo abriendo brecha poco a poco en el cielo para volar juntos. No recuerdo exactamente quién ni cómo lo decía pero viene a expresar algo así como “si amas a alguien, déjalo libre; si no vuelve, nunca fue tuyo". Yo añado que si sigue a tu lado, realmente cada uno es del otro, se pertenecen como un todo indivisible, son futuro y transformación. Quien tenga un tesoro así, que lo cuide.