En un día marcado por el histórico apagón que se vivió ayer en toda la península ibérica, Greenpeace recuerda que las energías renovables son la mejor herramienta para garantizar una energía segura, rentable y sostenible para todas las personas, si se complementan con las herramientas adecuadas para que el sistema sea flexible y resiliente. Hoy se cumplen, además, seis meses desde la dana que asoló el sureste español, un evento agravado por el cambio climático, ante el que las energías renovables, la reducción del consumo y la eficiencia energética son el mejor seguro de vida.
Mientras prosiguen las tareas de recuperación e investigación tras el apagón, la organización también quiere expresar su solidaridad con todas las personas que han atravesado situaciones de especial gravedad durante las últimas horas. Asimismo, traslada su gratitud al personal de emergencias y a los equipos de profesionales que han atendido a la población y han contribuido a restablecer el suministro eléctrico.
Para Greenpeace, a falta de investigaciones más detalladas, existen ya varias lecciones clave que alertan de la necesidad urgente de hacer el sistema actual más resiliente ante perturbaciones imprevistas, para garantizar que la transición nos conduzca al único sistema energético factible, asequible y sostenible, que ha de ser 100% renovable, eficiente, justo, democrático y suficiente. Dada la urgencia de tener un sistema eléctrico renovable para combatir el cambio climático, es urgente tomar medidas para adaptar el sistema eléctrico y pasar del viejo sistema basado en combustibles fósiles y nuclear, a uno totalmente renovable.
"Ayer pudimos comprobar que nuestra seguridad, de la que tanto se habla hoy, tiene más que ver con la resiliencia de nuestra infraestructura energética o de transportes, que con la compra de armamento o municiones. Cada euro invertido cuenta, y hoy es momento de recordar que la mejor política de defensa es un sistema energético accesible, distribuido y renovable, que garantice el suministro y contribuya a frenar el cambio climático, la principal amenaza de nuestro tiempo", ha declarado José Luis García, responsable del Área de Clima y Energía de Greenpeace.

A la hora de reponer el servicio, se ha comprobado que las centrales nucleares no sirven para ello, pero sí las hidroeléctricas y las de gas. Sin embargo, para prevenir el cambio climático, será necesario planificar el abandono del gas. Por ello, es fundamental que, en este momento, el Gobierno no ceda a la tentación de alargar la vida de las centrales de ciclo combinado de gas más allá de 2030, sino que introduzca en la planificación los elementos de flexibilidad que nos permitan prescindir de ellas cuanto antes. El rol que estas cubren ahora mismo en el sistema eléctrico ha de ser reemplazado con soluciones no contaminantes antes de 2030. En este sentido es clave el diseño de los mercados de capacidad que el Ejecutivo está diseñando y a los que Greenpeace ha presentado alegaciones precisamente en este sentido.
Claves para prevenir apagones y recuperar el servicio
Ante un apagón, hay que poner atención tanto a los sistemas para prevenir que suceda, como a los que permiten restablecer el servicio lo más rápido posible. Para prevenir, el sistema necesita cambios que le den más flexibilidad, interconexión y almacenamiento, para amortiguar desequilibrios imprevistos. Se necesitan, por ejemplo, sistemas de capacidad síncrona, como la solar termoeléctrica, el almacenamiento en todas sus versiones o sistemas de inversores de última generación que simulan la red. Para restablecer el servicio, se necesitan sistemas de generación de respuesta rápida, como son las renovables y no las nucleares, y es imperativo implementar alternativas para prescindir del gas.
El apagón también demuestra otras lecciones importantes. No es cierto que el sistema eléctrico español dependa de la importación de energía de Francia, pues incluso en el momento del apagón España estaba exportando electricidad a este país y a Portugal gracias a la fortaleza creciente de las renovables, un intercambio cada vez más frecuente. De hecho, ya es completamente habitual que sea España quien puede y debe enviar electricidad al otro lado de los Pirineos y a Portugal. De lo que sí dependemos, como cualquier sistema eléctrico, es de la conexión con el sistema europeo para tener la señal adecuada de frecuencia, y para eso es necesario reforzar las interconexiones. En parte, estas interconexiones se han ralentizado históricamente por el tapón nuclear francés, cuya vieja industria teme la competencia de la pujante y barata energía renovable española.
"Este apagón es la oportunidad de aprender que la transición hay que hacerla bien, lo que implica acelerar los esfuerzos por descarbonizar nuestro mix energético, ampliar el colchón renovable, el autoconsumo, las comunidades energéticas y agilizar el almacenamiento, que debe estar más distribuido con la generación y con la demanda. Un mix energético aún dependiente de los combustibles fósiles es el peor pronóstico para el clima, la biodiversidad y la seguridad energética; en definitiva, para las personas. No olvidemos la terrible lección del sabotaje contra el gasoducto Nordstream o la vulnerabilidad del gas que nos llega en barco ante cualquier veleidad de Trump o Putin, o que se sigue importando de Rusia uranio para nuestras centrales nucleares", ha asegurado García.
La debilidad de las nucleares
El apagón ha puesto de manifiesto algunas de las debilidades de la energía nuclear que ni han sido capaces de evitar el apagón ni han contribuido a restablecer la red. Cuando se cortó el suministro, todos los reactores se desconectaron y se aplicaron los protocolos prealerta de emergencia puesto que las centrales atómicas necesitan suministro de la red para operar y refrigerarse con seguridad y evitar consecuencias catastróficas. Y cuando el lunes por la tarde la energía empezó a llenar de nuevo la red eléctrica, las grandes fuentes de generación fueron las renovables, ágiles y seguras. A medio día del martes, las centrales nucleares siguen sin generar electricidad a causa de sus lentos y anquilosados arranques. Greenpeace insiste en que esta inflexibilidad de la nuclear, de la que tan poco se habla, es incompatible con los modelos de gestión más modernos, que exigen una enorme agilidad o flexibilidad en las fuenteso flexibilidad en las fuentes.
Las centrales nucleares, además, son un problema en sí mismas, pues en caso de apagón necesitan refrigeración constante e inmediata para prevenir una fusión de núcleo (accidente tipo Chernobyl o Fukushima), por lo que, en una emergencia como la de ayer, obligan a dirigir la energía y esfuerzo requeridas para restablecer los servicios energéticos básicos a garantizar la seguridad nuclear
"Este apagón ha mostrado una vez más las vergüenzas del dinosaurio nuclear y que el "match" entre renovables y nucleares no existe. Las nucleares nos condenan a una relación tóxica y peligrosa, como vimos ayer, ya que son sistemas de generación de energía inviables tanto técnica como económicamente. Es comprensible que este apagón nos invite a reclamar más seguridad y mayor independencia energética, pero la realidad es que esto es incompatible con la nuclear. Más centrales nucleares o extender las existentes no crean un sistema más seguro, pues no solo no han evitado este apagón sino que probablemente lo hayan prolongado, y tampoco tampoco impulsan la independencia energética, dado que nuestra nuclear depende del uranio de Putin y sus socios", ha declarado Francisco del Pozo, responsable de la campaña contra la energía nuclear de Greenpeace.
El apagón también es una oportunidad para reflexionar sobre el uso de la energía en la sociedad actual. Greenpeace subraya que, en un mundo que debe limitar su nivel de consumo a los límites físicos planetarios, lo razonable sería distinguir lo prioritario de lo superfluo, y hacerlo de manera organizada y justa, pero no bajo la presión de ningún tipo de catástrofe.
Por último, estos eventos recuerdan la importancia de poner a las personas y los derechos humanos en el centro de la vida y de las decisiones políticas y económicas. Lo que ayer se vivió en España supone el día a día de millones de personas en todo el mundo, desde la Cañada Real hasta Gaza.