42 alumnos del Colegio Diocesano José Luis Cotallo de Cáceres, 4 premonitores (antiguos alumnos), 8 profesores y un sacerdote recorrieron los 115 km del camino Sanabrés desde Orense hasta Santiago de Compostela del 25 de junio al 2 de Julio. Durante 6 etapas se enfrentaron a un proceso personal en el que reflexionaron y vivieron distintos temas: el perdón, el compañerismo, la debilidad, la fe, la fuerza del grupo, el sentido de la vida…
"No se trata de un camino individual, vamos 55 peregrinos ayudándonos unos a otros y dando al compañero mucho más de lo que pide, pero que realmente es lo que necesita", cuenta Jose Naharro, uno de los profesores del centro e impulsor de la iniciativa: "muchos vienen con unas expectativas al camino o prejuicios y también sobre eso trabajamos, para que sea una experiencia donde reflexionen sobre el verdadero valor de las cosas importantes".
Este es el tercer año de la actividad, que se ofrece a los alumnos de 3º y 4º de la ESO. Alumnos y también algunos de sus familiares, tenían dudas antes de comenzar, puesto que no confiaban en la forma física de los participantes.
Pero el resultado ha sido muy positivo para todos. "Alumnos y familias están contentos con el desarrollo de la actividad, y agradecidos, saben que es una experiencia que marca la vida", apostilla Naharro.
Son necesarios 100 km para conseguir La Compostela -el certificado religioso que avala la peregrinación- en la Oficina del Peregrino de Santiago de Compostela. Una tarea cumplida y superada. Pero lo importante es la experiencia vital.
El camino les ha permitido desconectar un poco más de su vida diaria, para conectar con la interioridad: "el objetivo del camino es una catequesis donde los estudiantes se den cuenta de que estamos aquí con un sentido, explorar sus límites y sus potencialidades... En el camino son las flechas amarillas, las que nos indican el buen camino, también en nuestra vida tenemos señales que nos indican si vamos por el camino correcto o no, así como personas que son guías en nuestra vida".
La Eucaristía también se vive de forma especial después del esfuerzo físico atravesando veredas de barro, bajo la lluvia y en contacto con la naturaleza. Todo un proceso interior para conectar consigo mismos y con su fe.
Llegar a Compostela y entrar todos juntos en la Plaza del Obradoiro, es un momento muy especial. Todos los que han realizado el camino lo recuerdan.
"Se queda grabado en su corazón y la mente tanto la experiencia completa como ese día. En el Camino todos aprenden el valor del esfuerzo, del sacrificio… Esta experiencia nos hace hombres y mujeres nuevos. Se produce un cambio entre el peregrino que sale y el que llega. Todo forma parte de la experiencia: los miedos, los obstáculos, el descanso... Pero lo importante es llegar todos juntos al final del camino, como grupo. Es una experiencia transformadora", sentencia el profesor del Colegio Diocesano.
"Llegar a Santiago es nuestra meta inicial, pero no es el final. Esto realmente ha sido el principio del camino de la vida en el que todo lo aprendido en estos días les servirá para afrontar muchas situaciones que se les planteen. Ese es nuestro objetivo", añade Naharro.