El Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes acaba de finalizar la restauración de los cuadros de ánimas de la Iglesia de Santa Eulalia de Mérida y de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción en la localidad pacense de Calamonte.
Ambos cuadros, en cuya restauración se han invertido 15.000 euros, presentaban suciedad superficial, manchas, cuarteados, levantamientos de la capa pictórica, pérdidas de pigmentos y barnices, bordes desprendidos, desgarros en el lienzo y 'abolsamientos' por estar destensada la tela, aspectos en los que se han intervenido.
La restauración, que se ha llevado a cabo en el taller cacereño de Gótico Restauración de Obras de Arte, se ha realizado bajo la dirección y coordinación del Centro de Conservación y Restauración de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural.
Los trabajos han consistido en la fijación de la policromía y el asentamiento del cuarteado del cuadro; limpieza mediante aspiración; colocación de parches realizados en lino; estucado de los desprendimientos y roturas; reintegración del color; tensado del lienzo y barnizado del cuadro. Ambos cuadros presentan unas notables y similares dimensiones: 3 de alto por 2,5 metros de ancho.
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Cuadros de Ánimas
La devoción a las ánimas se desarrolló tras el Concilio de Trento, en el año 1563, para contrarrestar la inexistencia del purgatorio divulgada por la Reforma protestante.
Las ánimas son aquellas almas que, en gracia de Dios, van al purgatorio para purgar faltas hasta el día de la redención y la entrada en la Gloria. Los vivos son quienes han de interceder por su salvación con oraciones y misas.
Por ello, se extendieron encargos para las parroquias con la finalidad de catequizar describiendo las escenas de cómo era el purgatorio, fruto de la Contrarreforma católica.
El retablo barroco de las ánimas ubicado en la Basílica de Santa Eulalia en Mérida es un retablo marco concebido como un gran arco de medio punto coronado por un relieve que hace alusión al más allá, fechado entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII.
Su autoría no consta, aunque es posible que fuese parte del mobiliario de algún convento u hospital emeritenses.
En él se representa el misterio de la Santísima Trinidad en la parte superior y el centro lo ocupa la Virgen del Carmen, de pie y con los brazos abiertos como rescatadora de las almas del purgatorio.
Las ánimas aparecen flanqueadas por Santo Domingo de Guzmán en representación a la orden religiosa de los dominicos y por San Francisco de Asís representando a la orden franciscana.
Por otro lado, el cuadro de las ánimas que se encuentra en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Calamonte, tiene unas medidas similares al de Mérida y se puede fechar también entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII.
En él se representa a la Virgen del Carmen sacando a las almas del purgatorio a través del escapulario.
En esta ocasión, la Virgen del Carmen está acompañada por el arcángel San Miguel vestido con galas militares y portando el bastón de mando en la mano derecha en lugar de la espada y un escudo-rodela en su mano izquierda.
En el cuadrante superior izquierdo aparece la santísima Trinidad y en el derecho un grupo de ángeles portando escapularios.
La representación del arcángel San Miguel sigue el modelo iconográfico desarrollado en Andalucía por Francisco Pacheco y los seguidores de Zurbarán, respondiendo con ello a los nuevos enfoques en la devoción de San Miguel propiciadas por la Contrarreforma.