Una investigación en la que participa la Universidad de Granada ofrece implicaciones clínicas de interés para la prevención de la conducta suicida en personas adultas con un intento previo de suicidio o con varios que pertenecen al colectivo LGTBIQ+.
En concreto, lo más significativo del estudio es la necesidad de una intervención rápida en los casos en los que existan sentimientos de atrapamiento, puesto que se ha observado que es un factor de riesgo más importante que la depresión y la ansiedad, y que aumenta la probabilidad de reintentos de suicidio futuros en personas LGTBIQ+ que ya han realizado un intento de suicidio previo.
Los investigadores subrayan la importancia de algunos factores que promueven resiliencia ante tentativas y reintentos futuros de suicidio en esta subpoblación clínica a través de ámbitos concretos de protección que minimizan los riesgos. Particularmente, consideran esenciales el apoyo social, la salud mental positiva y la regulación emocional.
Tradicionalmente, la salud mental se ha definido como la ausencia de trastornos mentales, pero hoy día se empieza a plantear que la ausencia de psicopatología no es lo mismo que la presencia de una salud mental positiva, "por lo que ambos aspectos (salud mental positiva y problemas de salud mental) pueden estar presentes al mismo tiempo y son conceptos independientes, pero relacionados", explica David Sánchez Teruel, profesor de la Facultad de Psicología de la UGR e investigador de este trabajo.
La salud mental positiva es entendida, no como la ausencia de enfermedad mental, sino como la focalización más en aspectos positivos de salud mental que en aspectos negativos. "De ahí que este aspecto pueda ser potenciado con entrenamiento psicológico, aunque existan problemas de salud mental preexistentes", explica el profesor Sánchez Teruel. También la reevaluación cognitiva como estrategia de regulación emocional gana importancia como factor protector que promueve resiliencia ante el suicidio en personas LGTBIQ+. En concreto, si la persona es capaz de modificar la interpretación negativa sobre las situaciones adversas antes de que se instale la emoción, será capaz de disminuir la experiencia emocional negativa que le producen esas situaciones, según detalla la investigación.
"El apoyo social (amigos, familia y comunidades LGTBIQ+) es un elemento protector externo determinante para este colectivo. De hecho, la existencia de entornos seguros y no discriminatorios, junto con servicios de salud mental sensibles ante las minorías sexuales, puede facilitar la prestación de apoyo psicológico para abordar la vulnerabilidad suicida dentro de esta comunidad", amplía el investigador David Sánchez Teruel.
La investigación se centra en un colectivo cuya salud mental ha sido poco estudiada. "La historia vital de las personas pertenecientes a este colectivo ya ha estado salpicada de estigmatización y señalamiento social. De ahí que generalmente muestran, en la mayoría de las ocasiones, una imagen positiva y divertida como escudo para potenciar su salud mental, ocultando o incluso satirizando las realidades sociales adversas que han experimentado a lo largo de su vida", argumenta David Sánchez Teruel. Este mecanismo de defensa dificulta su participación en estudios donde se valore el intento o reintento de suicidio, sobre todo, porque evitan un proceso de reestigmatización (pertenecer al colectivo LGTBQ+ y haber presentado una o más tentativas de suicidio). Eso, según los investigadores, genera que existan escasos estudios sobre suicidio en este colectivo, y los pocos que existen (como el presente) tienen una limitación metodológica asociada a una muestra pequeña de la población analizada.
En esta investigación participa también la profesora María Blasa Sánchez Barrera, perteneciente, al igual que David Sánchez Teruel, al Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR.