Un grupo de investigación del departamento de Parasitología de la Facultad de Farmacia de la UGR integrado por los doctores Joaquina Martín Sánchez, Francisco Morillas Márquez, Victoriano Díaz Sáez, Manuel Morales Yuste, además de otros miembros como Andrés Torres Llamas y Patricia Ibáñez de Haro, estudian desde hace muchos años la leishmaniosis desde el enfoque de Una sola salud o, lo que es lo mismo, su estudio interdisciplinar considerando al ser humano, los animales, los vectores y sus ecosistemas. El resultado de la última investigación se ha publicado en Zoonoses Public Health.
Desde un punto de vista epidemiológico, la leishmaniosis es una zoonosis –enfermedad de un animal que es transmitida al hombre en condiciones naturales– en la que el perro es el principal reservorio doméstico, es decir, el principal responsable del mantenimiento del parásito en el hábitat doméstico. La leishmaniosis es una enfermedad parasitaria causada por un parásito microscópico (un protozoo) llamado Leishmania infantum y transmitido a través de la picadura de la hembra de un mosquito de pequeño tamaño conocido como flebótomo que actúa como vector.
El resultado de la investigación ahora publicado tiene su origen en un proyecto previo realizado en todas las comarcas de la provincia de Granada y en un segundo proyecto circunscrito a las localidades de Montefrío (Granada) y Alcalá la Real (Jaén), entornos calificados como focos calientes o con elevado número de casos de leishmaniosis humana. Estos proyectos cuentan con la colaboración de los doctores Javier Rodríguez Granger, Antonio Sampedro, José María Navarro Marí, Irene Pedrosa del hospital Virgen de las Nieves.
La investigación ha analizado 314 conejos silvestres facilitados por cazadores. Del estudio de diversas secciones de piel de la oreja, zona con gran carga parasitaria, se detectó que la prevalencia de infección del conejo por Leishmania infantum en toda la provincia fue del 86%, variando del 18 al 100% entre las diferentes comarcas prospectadas. Los resultados obtenidos también determinan que la carga parasitaria media varía entre las comarcas naturales, desde el mínimo provincial, detectado en la comarca de Huéscar en la que no hay registros de enfermedad humana, hasta la carga parasitaria en conejos e incidencia de leishmaniosis humana más alta del estudio, encontrada en la comarca de Loja. La hipótesis planteada es que los conejos con altas cargas parasitarias en sus orejas (más de 1.000 parásitos/mg de piel) son superpropagadores de Leishmania infantum. En toda la provincia se encontró que un 9,2% de los conejos silvestres pertenecían a dicho grupo de superpropagadores.
El estudio indica también que los flebotomos que se alimentan sobre estos hospedadores con altas cargas de parásitos desarrollarán también altas cargas parasitarias en su interior e iniciarán infecciones potencialmente más graves. Este díptero transmite la enfermedad, por medio de su picadura, no solo a los conejos, sino también a perros y personas.
La leishmaniosis canina es una enfermedad que afecta a diversos órganos y se manifiesta con un amplio rango de signos clínicos y patológicos: pérdida de peso, inflamación de los ganglios linfáticos, hígado y bazo, depilaciones, hemorragias nasales etc. Los tratamientos farmacológicos disponibles sólo mejoran la sintomatología, pero no inducen a la eliminación completa del parásito de forma que el perro permanecerá infectado de por vida y seguirá siendo infectivo para los insectos transmisores.
Sin duda es menos conocido que Leishmania infantum también infecta al ser humano, siendo la única especie de Leishmania capaz de causar las tres formas clínicas principales de la leishmaniosis humana (la leishmaniosis visceral que es potencialmente mortal, la leishmaniosis cutánea y la leishmaniosis mucosa). También se da la leishmaniosis críptica o forma asintomática en la que hay infección sin que exista sintomatología clínica.
La leishmaniosis canina está ampliamente extendida en la provincia de Granada con una seroprevalencia global del 23,7% que varía entre sus comarcas naturales del 13,9 al 41,2%, según estudio previo realizado por el grupo de investigación sobre 4.925 perros. Sin embargo, parece que los casos de leishmaniosis canina por sí solos no pueden explicar las diferencias intercomarcales que se han detectado en la incidencia de la leishmaniosis humana. Esa diferencia podría explicarse por la participación del conejo como reservorio silvestre.
El conejo es una especie abundante y prolífica que está ampliamente distribuida por toda Europa y, en ocasiones, se multiplica hasta adquirir el carácter de plaga. Son gregarios, territoriales y nocturnos, coincidiendo durante el crepúsculo con el vector. Su esperanza de vida es lo suficientemente larga como para garantizar la transmisión tras los periodos en los que no hay flebotomos debido a las bajas temperaturas del invierno. El impacto clínico de las infecciones en los conejos es aparentemente limitado (sólo se han encontrado algunas lesiones cutáneas). Según los estudios entomológicos realizados previamente por el grupo en estos biotopos, las madrigueras en la que se reproducen y protegen también constituyen un lugar adecuado para el desarrollo del flebotomo vector. La presencia de una alta densidad de parásitos en la piel del conejo, como la que se ha puesto de manifiesto en este estudio, asegura el contacto del parásito con el vector y se correlaciona con la existencia de focos con una mayor densidad de casos humanos. Esto junto con la evidencia de la presencia de los mismos genotipos de Leishmania infantum en conejos y humanos apoya la consideración de los conejos silvestres como un reservorio silvestre relevante de Leishmania infantum, con grandes implicaciones en el control de esta enfermedad de transmisión vectorial.