La exposición fotográfica 'Ermitas de repoblación en la Sierra de Huelva' de Jorge Garrido, un proyecto encargado por la Diputación de Huelva para destacar este patrimonio provincial con la colaboración de historiadores, arqueólogos y arquitectos, se encuentra ya en Huelva, donde ha abierto al público en la Sala de la Provincia tras recorrer La Nava, Zufre, Cortegana y Villablanca.
La muestra, que ofrece un total de 61 imágenes de edificios religiosos de la geografía onubense, ha sido inaugurada por la diputada de Cultura, Gracia Baquero, y por el autor, y permanecerá abierta al público en la sala de la Diputación hasta el próximo 31 de agosto, cuando se trasladará a Lucena del Puerto.
En su intervención, Baquero ha subrayado que el objetivo de la muestra es la puesta en valor del "rico patrimonio" histórico y cultural de la provincia, al tiempo que ha destacado el carácter itinerante de la exposición "desde la responsabilidad que tenemos en la Diputación de hacer la cultura accesible a todos y todas".
Tras agradecer la dedicación y el esfuerzo de todas las personas que han hecho posible el proyecto, de forma especial al autor, la diputada de Cultura, que ha estado acompañada del jefe de servicio del área, Félix Sancha, y del asesor José Tomás Paulino, ha incidido en la importancia de impulsar y promover a los artistas.
Por su parte, Jorge Garrido, ha manifestado haberse sentido sorprendido por el valor del patrimonio que tiene la comarca de la sierra, que "he ido descubriendo conforme he ido desarrollando el trabajo, con la ayuda de arqueólogos e historiadores", punto en el ha hecho referencia también al apoyo de los propietarios de algunas de estas edificaciones.
El autor ha expresado su agradecimiento a la Diputación "por contar conmigo para este trabajo" y ha señalado que la muestra puede ayudar a "tomar conciencia" de la valía de estas ermitas, a veces enclaves militares y sociales, como una ventana a un mundo que tenemos al lado de casa pero que no percibimos".
El fenómeno de la repoblación en la Baja Edad Media con la llegada de colonos procedentes del norte de la Península Ibérica, desde el siglo XIII hasta el XVII, ha marcado el territorio de la Sierra de Huelva; desde la llegada de cultivos emblemáticos como el castaño, a los estilos constructivos de obras religiosas y civiles, pasando por todo un diccionario de términos en el habla de esta tierra que provienen del astur-leonés, gallego y portugués.
Las frecuentes refriegas con Portugal y la acción de bandoleros mermaron la población local que aún quedaba de tiempos almohades y al territorio fueron llegando gentes de Castilla y León en un proceso largo que duró varios siglos. Este trasvase humano generó la aparición de lo que en arquitectura se denomina 'estilo anómalo'. Las iglesias de la comarca serrana se construyeron bajo los criterios estéticos existentes en las zonas de proveniencia de los repobladores, románico y mudéjar en sentido amplio, que habían tenido su auge en el norte años antes
A lo largo este periodo fueron apareciendo numerosas imágenes, especialmente marianas que sirvieron para alimentar el fervor religioso que afianzó la población al territorio y transmitió a los repobladores confianza para establecerse. Otras ermitas fueron edificadas en lugares estratégicos para servir de apoyo a la vigilancia que ejercían castillos y fortalezas edificados en la frontera portuguesa.
En esta muestra se recogen algunos ejemplos de ermitas que, siendo de edificación posterior a la repoblación, están construidas sobre los restos de edificios religiosos de los que solo fueron aprovechados los mampuestos. Otros edificios han sido reconstruidos, rehabilitados y solo quedan restos de las primitivas construcciones del periodo de repoblación.
Los repobladores construyeron edificios religiosos en lugares que ya habían albergado templos romanos y visigóticos, además de reutilizar otras construcciones árabes o judías que estaban en pie cuando los primeros colonos llegaron a la Sierra.
La edificación de esta red de ermitas e iglesias cumplía, además de con la función religiosa, la de cohesión de un territorio diseminado y, sobre todo, una función de vigilancia y control desde los castillos de la banda gallega. La idea era que desde sus atalayas se pudieran ver entre sí y establecer un sistema de comunicaciones que alertara sobre cualquier injerencia en el territorio recién conquistado.