La larga fila es visible desde lejos: cientos de personas de todas las edades, la mayoría con sus característicos bidones amarillos o azules de 20 litros, hacen cola. La mayoría viven en tiendas de campaña cerca del camión cisterna que atrae a la multitud a este punto de Rafah, ciudad del sur de la Franja de Gaza. Otros viven en refugios situados a varios kilómetros de distancia, y han traído sillas de ruedas, carretillas de mano, carritos de la compra e incluso cochecitos para llevar el preciado y vital recurso a sus refugios. Un hombre con discapacidad visual ha venido con su hija pequeña: la niña va delante y su padre lleva el agua. Caminaron dos kilómetros para llegar hasta aquí, ya que no hay agua potable en Al-Mawasi, la zona costera donde viven.
Desde que comenzó la guerra en Gaza hace casi cinco meses meses, pocas infraestructuras se han salvado de los casi incesantes ataques aéreos que han golpeado el enclave, incluidas las tuberías de agua. Según Unicef, al menos la mitad de las instalaciones de agua y saneamiento de Gaza han quedado destruidas o dañadas, mientras que la UNWRA informa de que alrededor del 70% de la población de Gaza bebe agua salinizada o contaminada.
La gente no puede acceder a agua potable y apenas dispone de unos pocos litros de agua por persona y día, muy por debajo de la norma de la Organización Mundial de la Salud de un mínimo de 20 litros de agua por persona y día en caso de emergencia.
Los palestinos de Rafah —una ciudad cerca de la frontera egipcia de unos 300.000 habitantes antes de la guerra, pero que ahora acoge a 1,5 millones de desplazados de toda Gaza— hacen lo imposible por encontrar agua limpia para beber, cocinar o lavarse. Las condiciones de vida de los habitantes de esta parte del enclave son desesperadas, como consecuencia del hacinamiento y de la falta de agua potable, de aseos, duchas y sistemas de alcantarillado, además de por el frío invierno.
Gripe, enfermedades cutáneas y diarrea
"Hemos observado que, debido a la falta de agua limpia para beber u otros usos, los pacientes sufren trastornos intestinales. Además el virus de la gripe circula ampliamente", explica Mohammad Abu Zayed, responsable de promoción de la salud de Médicos Sin Fronteras (MSF). "Últimamente, también hemos visto que los niños sufren erupciones cutáneas debido a la escasez de agua limpia para asearse".
Otros riesgos para la salud son la deshidratación y la hepatitis A. "La falta de agua limpia y los escasos medios para mantener una higiene adecuada están provocando muchas diarreas y enfermedades de la piel, especialmente en niños y personas más vulnerables, pero el solo hecho de no tener suficiente agua también puede causar deshidratación, sobre todo en personas de mayor edad", explica Marina Pomares, responsable médica de MSF en Gaza. La higiene personal diaria también se ve afectada, lo que aumenta el riesgo de infección especialmente en mujeres embarazadas. "Los efectos son peores en los niños, que tienen un sistema inmunitario más débil que los adultos y están más expuestos a contraer enfermedades o alergias", añade.
Los equipos de MSF prestan atención sanitaria básica en dos puntos de Rafah. Casi el 30% de las dolencias de los pacientes menores de cinco años que acuden a la clínica de MSF en Shaboura y al puesto de salud de Al-Mawasi son por diarrea o enfermedades de la piel. En las últimas semanas, los equipos de MSF en Rafah también han recibido a decenas de pacientes con sospecha de hepatitis A. Todas estas afecciones médicas están relacionadas con la escasez de agua limpia y se ven agravadas por la falta de instalaciones médicas operativas en la zona.
"En una situación normal, una persona necesita entre dos y tres litros de agua potable al día", explica Youssef Al-Khishawi, agente de agua y saneamiento de MSF. "Ahora, con la escasez actual, la media para una familia de seis miembros es de apenas un galón de agua (3,8 litros, poco más de medio litro por persona)".
Por ello, MSF puso en marcha un programa de distribución de agua en diciembre de 2023. Hoy, los equipos de agua y saneamiento de MSF suministran una media de 220.000 litros de agua potable al día a más de 40.000 personas en 10 puntos (unos 5 litros de agua por persona y día). Teniendo en cuenta las inmensas necesidades, la cantidad de agua distribuida es sólo una gota en el océano.
Hanin Hiles huyó de su casa en la ciudad de Gaza en los primeros días de la guerra debido a los bombardeos y ahora se refugia en Rafah. Como la mayoría de los habitantes de la ciudad, esta mujer desplazada se afana en conseguir suficiente comida, agua y otros artículos de primera necesidad. "Hacemos cola para obtener agua. Si conseguimos un poco, la empleamos para lavarnos y fregar los platos, y si no podemos, esperamos al día siguiente".
MSF está preparada para aumentar la cantidad de agua distribuida, pero el proceso se ve obstaculizado por otro tipo de carencias, como el limitado número de camiones disponibles en el enclave y las restricciones en materia de combustible. "El principal problema al que nos enfrentamos para distribuir agua es la falta de combustible para bombearla y transportarla", expone Al-Khishawi. "El segundo es la falta de carreteras adecuadas por las que puedan circular nuestros camiones, porque hay tiendas de campaña incluso sobre el asfalto. El tercero es que no hay puntos de distribución de agua, incluso estos han sido bombardeados. Las tuberías, las calles y las infraestructuras están destruidas", recalca.
MSF reitera su llamamiento a un alto fuego inmediato e incondicional, que es la única manera de que la población de Gaza pueda regresar a sus hogares. También pide que se restablezca y aumente el flujo de ayuda humanitaria a la Franja para garantizar el acceso de la población a artículos esenciales como alimentos, agua y atención sanitaria.