El alarmante aumento de la violencia armada en zonas de Haití está creando un mayor riesgo de agravar la crisis de desnutrición en el país.
Los últimos resultados del análisis de la Clasificación Integrada de las Fases de Seguridad Alimentaria (CIF) indican un alarmante aumento del 19% en el número de niños que, según las estimaciones, sufren desnutrición aguda grave en Haití este año. Además, tal y como demuestra el último análisis de la CIF, 1,64 millones de personas se enfrentan a niveles de emergencia de inseguridad alimentaria aguda (fase 4 de la CIF), lo que aumenta el riesgo para los niños y niñas de sufrir desnutrición y emaciación (desnutrición aguda), especialmente en 8 zonas del país.
La actual violencia armada en el departamento de Artibonite y el departamento del Oeste, que engloba Puerto Príncipe, ha restringido la entrega de ayuda y ha desmoronado un sistema sanitario ya de por sí frágil, lo que supone una amenaza inminente para la vida de más de 125.000 niños y niñas en riesgo de desnutrición aguda grave.
"La violencia y la inestabilidad en Haití tienen consecuencias que van mucho más allá del riesgo de la propia violencia. La situación está creando una crisis de salud y nutrición infantil que podría costar la vida a innumerables niños y niñas", declara Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF. "Miles de niños están al borde del abismo, mientras que los suministros que salvan vidas están listos para ser entregados si cesa la violencia y se abren las carreteras y los hospitales. Esta crisis de desnutrición es de origen totalmente humano. Se necesita urgentemente seguridad básica para la población de Haití, para los servicios vitales de los que depende y para que los trabajadores humanitarios puedan llegar a los niños, las niñas y las familias que lo necesitan desesperadamente".
Desde enero, el deterioro de la situación de seguridad en Haití ha seguido empeorando la crisis humanitaria, con graves consecuencias para la capacidad de UNICEF de almacenar, distribuir y reabastecer la ayuda que se necesita desesperadamente.
A principios de este mes, uno de los 17 contenedores de UNICEF fue saqueado en el puerto principal de Puerto Príncipe. El contenedor saqueado contenía artículos esenciales para la supervivencia materna, neonatal e infantil, incluidos resucitadores y equipos relacionados. La continua inseguridad también ha dejado operativos sólo dos de cada cinco hospitales en todo el país. Mientras tanto, sólo uno de cada cuatro centros sanitarios funciona en el departamento de Artibonite, la principal región arrocera del país.
Al mismo tiempo, la actual inseguridad en Puerto Príncipe ha hecho prácticamente imposible que los suministros sanitarios y nutricionales lleguen al menos a 58.000 niños y niñas que sufren desnutrición aguda grave en el área metropolitana. La carretera de Martissant, el único corredor humanitario de Puerto Príncipe a las regiones del sur, sigue bloqueada, lo que deja al borde del desastre a unos 15.000 niños y niñas con desnutrición.
Y la inseguridad que asola gran parte de la capital haitiana está dificultando el transporte y el reabastecimiento de alimentos terapéuticos listos para el consumo, utilizados para tratar a los niños y niñas que sufren desnutrición aguda grave, lo que podría provocar interrupciones en la cadena de suministro y tener graves consecuencias si la situación no cambia.
A pesar del entorno altamente volátil, UNICEF está intensificando los esfuerzos para proteger a las familias y proporcionar apoyo vital, incluso para aquellos que están atrapados y aislados de los servicios esenciales. Junto con el Gobierno y sus aliados, UNICEF está ayudando a mantener los sistemas y servicios nacionales, regionales y -en las zonas más inseguras- vecinales que protegen a los niños y las familias.
UNICEF hace un llamamiento para:
- Intensificación de los esfuerzos de la comunidad internacional para proteger a los civiles, restablecer la ley y el orden en las calles, y garantizar la circulación segura de los trabajadores humanitarios y de los suministros que salvan vidas, incluidos los alimentos terapéuticos listos para el consumo;
- Aumento de la financiación inmediata y flexible para satisfacer las necesidades de los más vulnerables a medida que evolucione la situación, garantizando que la ayuda llegue a las poblaciones afectadas lo antes posible;
- Y la protección de escuelas, hospitales y otras infraestructuras críticas de las que dependen los niños, así como de los espacios humanitarios.