Un año después de que estallara la violencia en Sudán, y mientras la consiguiente crisis sigue agravándose, las vidas, la educación y el futuro de una generación de niños y niñas sudaneses penden de un hilo.
Más allá del impacto directo de la violencia sobre los niños, la guerra en curso ha alimentado una combinación letal de desplazamientos, brotes de enfermedades y hambre. Se calcula que 8,9 millones de niños y niñas sufren inseguridad alimentaria aguda, de los cuales 4,9 millones han alcanzado niveles de emergencia. Se estima que casi 4 millones de niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda este año, de los cuales 730.000 padecerán desnutrición aguda grave, potencialmente mortal. Sudán sufre ahora una de las peores crisis educativas del mundo, con más del 90% de los 19 millones de niños en edad escolar del país sin acceso a la educación formal. La continua interrupción de la educación provocará una crisis generacional en Sudán.
"Esta guerra brutal y la posible hambruna están creando un entorno preocupane para una pérdida catastrófica de vidas infantiles", afirma Ted Chaiban, director ejecutivo adjunto de UNICEF."Casi la mitad de los niños que sufren desnutrición aguda grave se encuentran en zonas de difícil acceso, donde hay combates constantes, lo que hace que sus condiciones sean aún más terribles. Todo esto es evitable, y podemos salvar vidas si todas las partes en conflicto nos permiten acceder a las comunidades que lo necesitan y cumplir nuestro mandato humanitario, sin politizar la ayuda".
El hambre y la desnutrición hacen que los niños y las niñas sean mucho más vulnerables a las enfermedades y la muerte. La cobertura de vacunación ha disminuido considerablemente debido a los combates, cientos de miles de niños y niñas carecen de acceso a agua potable y la violencia ha provocado graves problemas de acceso, por lo que los continuos brotes de enfermedades como el cólera, el sarampión, la malaria y el dengue amenazan la vida de cientos de miles de niños. Los picos de mortalidad, especialmente entre los niños desplazados internos, son un aviso de una posible gran pérdida de vidas, ya que el país entra en la temporada anual de escasez.
Garantizar un acceso previsible y sostenible a las poblaciones vulnerables es fundamental para prevenir el hambre y la hambruna catastróficas. Mientras tanto, los sistemas básicos y los servicios sociales en Sudán están al borde del colapso, con los trabajadores de primera línea sin cobrar desde hace un año, los suministros vitales agotados y las infraestructuras, incluidos hospitales y escuelas, todavía bajo ataque. El acceso de los niños y las familias a la salud, la nutrición, el agua y el saneamiento pende de un hilo, lo que agrava aún más la crisis.
Las hostilidades en curso han hecho que en 2023 se multipliquen por cinco los informes de violaciones graves de los derechos de los niños respecto a 2022, especialmente el reclutamiento y la utilización de niños por parte de fuerzas y grupos armados, el asesinato, la mutilación y la violencia sexual contra niños. En 2023 se registró el mayor número de violaciones graves de los derechos del niño verificadas en Sudán en más de una década. Es probable que las cifras reales sean muy superiores a las notificadas, dadas las extremas dificultades para verificar las violaciones debido a problemas de acceso.
Sudán también se ha convertido en la mayor crisis de desplazamiento infantil del mundo, con más de 4 millones de niños y niñas obligados a abandonar sus hogares desde abril de 2023, incluido casi 1 millón de niños que cruzan a países vecinos, en particular a Chad, Egipto y Sudán del Sur. Muchos refugiados y retornados están llegando a zonas que ya albergaban comunidades vulnerables y desatendidas, que luchan contra múltiples emergencias y crisis.
"La magnitud de las necesidades es tan asombrosa que resulta difícil ponerla en perspectiva, pero no olvidemos que no son sólo cifras", recuerda Chaiban. "Estas cifras representan a millones de niños con nombres, historias, esperanzas y sueños. Sin embargo, sin un aumento significativo de los servicios vitales, la reapertura de las escuelas y, sobre todo, el fin de la guerra, estas esperanzas y sueños se perderán para una generación y para el futuro de Sudán".
UNICEF presta servicios esenciales que salvan vidas en materia de protección de la infancia, violencia de género, salud, nutrición, agua, saneamiento e higiene, educación y apoyo monetario a los niños y familias más vulnerables. La organización solicita urgentemente 240 millones de dólares (225,5 millones de euros) para los próximos 6 meses con el fin de prevenir la hambruna en las 93 localidades más vulnerables de Sudán, donde viven 3,5 millones de niños menores de 5 años.
"Después de 365 días de conflicto, los niños y las niñas de Sudán siguen estando en el filo de la navaja de una guerra espantosa. Sin una acción concertada urgente y recursos adicionales, el país se arriesga a una catástrofe generacional que tendrá graves consecuencias para el país, la región y más allá", concluye Chaiban. "Si no se toman medidas inmediatas para detener la violencia, facilitar el acceso humanitario y proporcionar ayuda vital a quienes la necesitan, es probable que una catástrofe aún peor afecte a los niños durante muchos años".