Las repentinas órdenes de desplazamiento en el norte de Gaza y en las gobernaciones de Gaza son profundamente preocupantes y obligan una vez más a decenas de miles de civiles vulnerables a desplazarse por las carreteras. Se ha ordenado a las familias, incluidos los niños y las niñas, que se desplacen al sur, a una zona que ya está muy superpoblada, contaminada, insegura y carente de las necesidades básicas para sobrevivir.
Las evacuaciones, incluidas las de bebés prematuros que luchan por sobrevivir en incubadoras y niños en unidades de cuidados intensivos, junto con las continuas restricciones al acceso de ayuda al norte y los incesantes bombardeos, tienen consecuencias devastadoras e inconcebibles que hemos presenciado en repetidas ocasiones. Las niñas y los niños están siendo condenados, una y otra vez, a sufrimientos inimaginables, horrores y muertes.
Tres grandes hospitales, entre ellos Kamal Adwan, el único con unidad pediátrica en el norte, se ven afectados por estas órdenes. Se pone en peligro la supervivencia de pacientes en estado crítico, entre ellos 18 niñas y niños, según el Ministerio de Sanidad palestino.
A medida que se intensifican las operaciones militares en el norte de Gaza, las niñas y los niños están expuestos a graves riesgos de morir, ser mutilados, detenidos o separados de sus padres y cuidadores en medio del peligro y el caos constante.La situación es especialmente grave para los niños con discapacidades, problemas médicos u otras vulnerabilidades, lo que los expone a un riesgo aún mayor y hace que el traslado no sólo sea más difícil, sino que ponga en peligro su vida, sobre todo porque quedan pocos lugares seguros, si es que queda alguno.
Las vidas de los niños y las niñas corren aún más peligro por el hecho de que desde hace semanas no se permite la entrada de suministros básicos al norte de Gaza, como combustible y productos comerciales para abastecer tiendas y mercados.
Es la cuarta vez en un año que se ordena a las familias de Jabalia que abandonen sus hogares. Muchas han regresado después de cada desplazamiento, incapaces de encontrar seguridad en otro lugar. Verse obligados a huir varias veces en medio de operaciones militares recurrentes, sin un final a la vista, priva a los niños y las niñas de la poca seguridad y estabilidad que les queda. Estos niños y niñas corren el riesgo de sufrir profundos efectos de por vida en su bienestar físico y psicológico.
UNICEF y otros organismos humanitarios estamos haciendo todo lo que podemos para frenar el sufrimiento, pero luchamos contra un desafío interminable, una espiral de muerte, desplazamiento y desesperación.
Ahora más que nunca, imploro a las partes en conflicto que acuerden un alto el fuego inmediato para evitar más sufrimiento y salvar las vidas de los niños y las niñas. Sin él, no sólo está en juego su supervivencia, sino también los restos de nuestra propia humanidad.