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ALGO HA cambiado. 1.245.000 ciudadanos demuestran con su voto en las elecciones europeas que han sintonizado con los grupos del 15M. La victoria del partido Podemos es magnífica, inesperada y práctica. También moral, demostrando que el pueblo no está dispuesto a permitir más molicie política. Se ha constatado que la sensibilidad social rezuma brío y aumenta. Desde la aparición de estos movimientos de agitación cívica, se apreciaba una desventaja: la acracia, la falta de responsables individuales. Ahora esa característica se ha evaporado, ya podemos ponerle cara a estos movimientos, gran revelación política. Pablo Iglesias, obviando sus tintes mesiánicos, es el líder del momento. A pesar de que el sistema garantiza que casi todo el poder decisorio se lo lleven los dos partidos que ganan, estos resultados han supuesto un batacazo para el bipartidismo. PP y PSOE apenas alcanzan la mitad de los escaños, mientras el resto (IU, Podemos, UPyD, CEU, EPDD, C's) cuentan juntos casi con similar bagaje de votos. Es una victoria pírrica para los grandes, amparados en la ley de D'Hondt, fórmula que permite obtener el número de cargos electos asignados a las candidaturas en proporción a los votos conseguidos, pero seguramente injusta a veces. En todo caso, lo que cabe destacar es la victoria práctica de este nuevo partido y el considerable aumento de las opciones más minoritarias. Son partidos sin las manos atadas, sin esos problemas de la socialdemocracia en el cual las prácticas de gobierno no responden a las expectativas e ilusiones del electorado. Partidos como Podemos o Ciudadanos, por ejemplo, han nacido en el fragor de la democracia, son entusiastas, personas que no conocen la dictadura, que han nacido en la democracia y su generación se fragua en los movimientos sociales más en boga; y con otra peculiaridad: pululan y ululan gracias a las redes sociales de Internet, son parte importante de las mismas, en una labor ingente de ejército de hormigas capaces de afrontar el cambio sistémico.
LA CIFRA de los desahucios aumentó: han sido casi 50.000 en el último cómputo anual. Ya es hora de que España viva una situación de estabilidad. Cuando irrumpió la crisis, el sistema financiero español estaba condicionado por un gran endeudamiento junto a una alta concentración de activos hipotecarios. La caída de la construcción y el aumento del desempleo produjo el deterioro financiero, generándose una anormal morosidad y aumentando los impagos. Los distintos gobiernos se vieron ante la disyuntiva de sanear entidades bancarias y permitir fusiones y absorciones, obviando los créditos a familias y pequeñas y medianas empresas. En gran parte, a costa de los impopulares y retrógrados recortes sociales, aumento del IVA y otros impuestos que han llevado a la nación a una angustia sin igual, sin equidad social y reducido drásticamente el crecimiento. La falta de vivienda protegida, el paro descomunal, la desprotección de los trabajadores mayores de cincuenta años, el endurecimiento de las pensiones al establecer mayor edad para cobrarlas —con más años de cotización y la percepción de importes de menor cuantía— presentan un panorama nada alentador. Sin embargo, un cambio radical es posible, empezando por acciones conjuntas que favorezcan la inversión privada. Por ejemplo, si se les aportaran a los tres millones de empresas pequeñas, facilidades importantes para contratar a personas en situación de paro prolongado, el problema podría paliarse solo con que cada una afiliase un solo trabajador; además de un aumento del salario mínimo (que favorecería el consumo), la reinversión orientada de los beneficios, volver a activar la inversión en investigación, junto a una formación en las áreas precisas y la calidad de la producción, la cooperación internacional y la búsqueda de objetivos solidarios, acabando por otro lado con la corrupción política que tanto menoscabo ha causado en la economía. La inversión pública debe tener en cuenta la promoción de objetivos similares, apoyando las nuevas ideas, incrementando las exportaciones y haciendo valer la persistencia generacional de la nación, implantando una renta básica e incluso imitando el ejemplo de Islandia.
EL FALSO monje shaolin, Juan Carlos Aguilar, se enfrenta a cuarenta años de cárcel. Es la pena que ha solcitado la fiscalía por haber torturado y asesinado a dos mujeres. Además, se piden casi trescientos mil euros de indemnización para los familiares de las víctimas. Está en prisión desde hace un año, cuando fue descubierto, despojado de su máscara humanizadora. Recuerdo la estupenda serie Kung-fu (y aquel "pequeño saltamontes"), progatonizada por David Carradine, sus ideales de no-violencia, de armonía y de autodefensa. Aquellas gratas emisiones despertaron entonces en mí la experiencia del judo, la doctrina suave de las artes marciales. Con este caso, España entera se conmocionó por la perversión de un supuesto campeón internacional de esa disciplina del kung-fu, Juan Carlos Aguilar. Los crímenes de este pretendido monje shaolin español revelaron su doble vida, proclamando por un lado un océano de tranquilidad y actuando, por otro, como un asesino sin piedad, disfrutando del dolor infrahumano de sus víctimas. El camino espiritual del guerrero pacifista se emborronó, perdió la cabeza y resultó ser un despiadado matarife sombrío y crápula, que expresó su lado oscuro, agresivo y violento. Aparecieron en su domicilio una columna vertebral, manos y pies sueltos. Andaba vestido de monje chino por las calles y por los platós de España, difundiendo su doctrina de cómo controlar los instintos primarios, reivindicando el poder de la mente. Difícil de entender. Seguro que si se hubiese dedicado a otra cosa distinta, sus genes se habrían manifestado de la misma forma, en idéntica tragedia. Nada tiene que ver con la práctica de las artes marciales. Es probable, también, que un tumor cerebral que padecía hubiese sido determinante en su actuación delictiva, pero nada tiene justificación en la monstuosidad del asesinato y su complacencia sádica y cuórica, quizá no limitada a esas dos víctimas; pudo hacer sufrir o desaparecer a más personas en su tétrico surcar por lo que él mismo llamaba océano de la tranquilidad, paradoja que de manera tan escalofriante le camuflaba.
NO SIEMPRE es mala cosa permanecer mudos, aunque pequemos de enigmáticos. "Sólo el misterio nos hace vivir", decía Federico García Lorca. Por otro lado, quien más habla tampoco tiene garantizado conseguir mejor lo que se propone. ¿De qué puede servir el silencio? Creo que es muy valioso en determinadas ocasiones y, también, que es donde nace la paz interior y en cuyo seno podemos reflexionar y encontrarnos con nosotros mismos. El silencio y uno de sus productos, la paz interior, nos permiten enriquecer las sensaciones importantes de la vida y destacar lo que más nos conviene. Incluso aporta bienestar y salud. El silencio es fundamental para la meditación, y la meditación aporta serenidad, religándonos con nuestra fase transcendental. El silencio positivo es aquel que nos sumerge en la vitalidad del día o de la noche para sentir intensamente la magia de la existencia. Y también es comunicación. En la escritura musical se representa y se mide con una figura, y en la lingüística, con los puntos suspensivos, que pueden poseer, bien su propio valor cualitativo, o bien, reforzar las palabras antecedentes o las que se van a producir. Soy de aquellos que si no tienen nada que expresar, callan. Cuando, por ejemplo, en medio de una discusión se hace hueco un amplio silencio —inquietante siempre— saber usarlo es un arte que la mayoría no sabe dominar sin ensombrecer la situación, precipitándose en la palabrería o todo lo contrario, con ese temor a ser el primero en pronunciar ese vocablo justo que le sentencie, que haga desequilibrar en su contra esa razón que tanto nos gusta tener. El mutismo puede ser un cobijo, un carcelero o la victoria. En su seno, desvelamos nuestro pesar o nuestro contento. Son importantes las pausas, muy significativas. Un silencio puede ser la conminación a una respuesta o el anticipo de algo maravilloso (un beso genial, una actitud favorable) o de un inevitable derrumbamiento psicológico, una ruptura... El mutismo puede delatar o aclarar más que mil palabras. Llegar a manejar los silencios para armonizar la convivencia es una estupenda habilidad.
RECONOZCO
que soy un columnista del montón. Parecemos individuos del
hormiguero de la escritura en los medios. Por otro lado, no soy un
gran poeta tampoco, aunque el único libro que publiqué se agotó
enseguida. Suelen decir que escribo bien, que llega.
Cumplo una función y me da satisfacciones. En esta semana, estoy de
viajes y gestiones, con escaso tiempo para cubrir mi columna de
rabiosa actualidad. Me han recordado algo que escribieron sobre mí.
Dispénseme la licencia. «La memoria, analiza Alfonso
García, es un
don capaz de desvelar ciertos secretos al menos del hombre y su
camino. El de Juan Carlos Yago, enraizado siempre en el periodismo
vocacional, en lo literario y en la poesía desde visiones
abarcadoras y universales fue —y es en él— un camino de
compromiso: “Cada día que pasa es más pleno, / la experiencia,
don de fruta lozana…” (extracto de sus textos más volanderos).
Pero lo es, ante todo, porque su actitud vital se encara a lo
superficial, a lo anecdótico, contra el gozo exclusivo del color.
“De la cátedra apariencia huyo / en busca de voz auténtica”,
escribía. Y escribe en el presente haciendo acopio de sentires y
sentimientos, de melancolías y de amores, del tiempo y la reflexión
que su paso conlleva, del mundo ancho y de sus alegrías, de rubores
y bellezas escondidas, de dolores que el amor provoca y de
intimidades que sólo la palabra esconde. Pero escribe —y esto
siempre supone el don de la esperanza— con la mirada y la palabra
puesta en el futuro: “Proclamo que la vida es bella / y abrazo una
provocadora utopía”. Esta declaración rotunda de intenciones está
anclada en la más ferviente actitud poética. Sobre todo, porque
Yago es un creador que busca —hasta en el ejercicio del
articulismo— la utopía en un mundo que parece dar la espalda a las
realidades ideales. O a los sueños. Me quedo siempre con los que
aspiran a mundos seguramente imposibles, pero hermosos. Son los que
mantienen el pulso de la vida, de la poesía, de la palabra.»
Actuaciones de la Guardia Civil y de la Policía Nacional
En esta web se encuentran alojados los vídeos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional para que compruebes en qué consiste su trabajo y cuáles son las misiones que tienen encomendadas, además de vídeos sobre medio ambiente, sucesos, reportajes y otras temáticas.
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