YA PRIMAVERA, estación con esa virtud de alterar la sangre, de remover las ganas, influjo que podrá ejercer hasta el 21 de junio, dando el relevo al deslumbrante brillo del verano. Se ha producido el equinoccio, momento del año en que, por hallarse el Sol sobre el Ecuador, el día dura lo mismo que la noche en toda la Tierra, lo cual sucede anualmente dos veces: del 20 al 21 de marzo y del 22 al 23 de septiembre, justo cuando los dos polos de la Tierra se encuentran a idéntica distancia del Sol y la luz solar cae por igual en ambos hesmisferios.
La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido, escribió tan románticamente Antonio Machado; y, sí, nos ha pillado de sopetón, y esta vez, entremezclada con el final de las Fallas valencianas, con una Semana Santa marcial y guerrera, junto al equilibro de fuerzas que pueden dar líderes como el transformador papa Francisco frente a la incomprensión europea que arroja a los desesperados, a los refugiados, al abismo del desconsuelo; a su suerte, desamparados, despojados de lo más básico y de una mínima dignidad, entre el hambre, el frío, la enfermedad y barro paralizante. Y, por otro lado, una España en funciones —en defunciones— porque todos quieren mandar y el ego puede más que el bien público.
El verdadero poder es el servicio integral. "Están —Francisco dijo y da ejemplo de ello— al servicio de los pueblos”. Nos matan los sueños, pero no debemos ser débiles y dar por todo por perdido. Si duele es porque estamos vivos. El esfuerzo es una buena opción para aniquilar la molicie propia y, también, las ínfulas de los poderosos.
En medio de este panorama tan entumecido, también es probable que haya nuevas elecciones en España, y gran número de electores tendrá la oportunidad de cambiar su voto para dar lugar a alguien revulsivo que realmente apueste por la felicidad de la gente.
Aprovechen la luz de los días primaverales, cada vez más largos hasta el verano. No hay tiempo que perder.
La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido, escribió tan románticamente Antonio Machado; y, sí, nos ha pillado de sopetón, y esta vez, entremezclada con el final de las Fallas valencianas, con una Semana Santa marcial y guerrera, junto al equilibro de fuerzas que pueden dar líderes como el transformador papa Francisco frente a la incomprensión europea que arroja a los desesperados, a los refugiados, al abismo del desconsuelo; a su suerte, desamparados, despojados de lo más básico y de una mínima dignidad, entre el hambre, el frío, la enfermedad y barro paralizante. Y, por otro lado, una España en funciones —en defunciones— porque todos quieren mandar y el ego puede más que el bien público.
El verdadero poder es el servicio integral. "Están —Francisco dijo y da ejemplo de ello— al servicio de los pueblos”. Nos matan los sueños, pero no debemos ser débiles y dar por todo por perdido. Si duele es porque estamos vivos. El esfuerzo es una buena opción para aniquilar la molicie propia y, también, las ínfulas de los poderosos.
En medio de este panorama tan entumecido, también es probable que haya nuevas elecciones en España, y gran número de electores tendrá la oportunidad de cambiar su voto para dar lugar a alguien revulsivo que realmente apueste por la felicidad de la gente.
Aprovechen la luz de los días primaverales, cada vez más largos hasta el verano. No hay tiempo que perder.