ACABA HOY, con el Lunes de Pascua, la Semana Santa. El lunes de Pascua, por tradición, es el que sigue al domingo en que Jesucristo resucita; en este día es popular en ciertas comunidades comprar y comer "monas", regaladas por los padrinos.
Tras la dulzura para el paladar, llegó la hora de la verdad. Hemos atravesado una Semana Santa trágica y cruórica. Atentados terroristas en distintas partes del mundo con centenares de masacrados, accidentes mortales en las carreteras por los desplazamientos vacacionales, fallecimiento de jóvenes estudiantes del Erasmus en un autobús, continuación de la tragedia de los refugiados, en la que tantos niños y adultos siguen perdiendo la vida. Este cóctel ha sido el aperitivo diario de quienes han tenido la suerte de disfrutar de este atractivo período de asueto.
El mundo es una continua tragedia pero también un lugar en el que se puede erigir la maravilla del gozo intelectual, físico y cordial; en el que unos y otros podemos ayudarnos mutuamente a vivir y a sonreír.
Animo a todos y cada uno, desde su posición, desde sus trincheras del día a día; desde su trabajo, en la vida cotidiana, a dar lo mejor de sí. A procurar hacer lo que corresponda en cada instante, con fruición y auténtico entusiasmo. Y compartir. Hagamos las cosas bien. Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas.
Que así sea. Compartamos esa idea y nuestra plenitud; y siempre con una sonrisa en la boca. No es tan difícil. Somos animales sociales y, si vivimos en comunidad, es porque unos precisamos de los otros, dentro de la capacidad de independencia que pueda permitirse cada cual.
Tras la dulzura para el paladar, llegó la hora de la verdad. Hemos atravesado una Semana Santa trágica y cruórica. Atentados terroristas en distintas partes del mundo con centenares de masacrados, accidentes mortales en las carreteras por los desplazamientos vacacionales, fallecimiento de jóvenes estudiantes del Erasmus en un autobús, continuación de la tragedia de los refugiados, en la que tantos niños y adultos siguen perdiendo la vida. Este cóctel ha sido el aperitivo diario de quienes han tenido la suerte de disfrutar de este atractivo período de asueto.
El mundo es una continua tragedia pero también un lugar en el que se puede erigir la maravilla del gozo intelectual, físico y cordial; en el que unos y otros podemos ayudarnos mutuamente a vivir y a sonreír.
Animo a todos y cada uno, desde su posición, desde sus trincheras del día a día; desde su trabajo, en la vida cotidiana, a dar lo mejor de sí. A procurar hacer lo que corresponda en cada instante, con fruición y auténtico entusiasmo. Y compartir. Hagamos las cosas bien. Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas.
Que así sea. Compartamos esa idea y nuestra plenitud; y siempre con una sonrisa en la boca. No es tan difícil. Somos animales sociales y, si vivimos en comunidad, es porque unos precisamos de los otros, dentro de la capacidad de independencia que pueda permitirse cada cual.