Días más cortos y frescos, la llegada de las lluvias, colores ocre, rojizos y anaranjados en los parques y un sinfín de hojas caídas y árboles desnudos. Eso es el otoño, eso, y enfermedades comunes como constipados y procesos gripales que si no se tratan a tiempo pueden derivar en problemas de salud más graves.
En la estación que comienza a finales de septiembre y que poco a poco va dando paso al invierno, son habituales los síntomas de catarro y enfriamiento: dolores de cabeza, moqueo, estornudos, congestión nasal y hasta picores y afecciones en la piel.
En el Hemisferio Norte, las gripes, los resfriados y otros procesos víricos vinculados al sistema respiratorio y a problemas en la garganta se producen con alta frecuencia entre octubre y abril, excluyendo casi únicamente la última fase de primavera y el verano. No obstante, los picos más altos ocurren durante el otoño y el invierno.
¿Qué es una gripe y qué es un resfriado?
Los resfriados y catarros, que son términos que pueden utilizarse como sinónimos, son infecciones víricas que afectan especialmente a la garganta y la nariz. La mayoría de estos procesos están causados por rinovirus, aunque también hay adenovirus, coronavirus, enterovirus y otros patógenos que generan síntomas parecidos.
En el caso de la gripe, la infección es igualmente vírica, pero está causada por los virus de la influenza. Y aunque comparten características, la gripe es más peligrosa. Esta provoca dolor muscular y de cabeza, además de fiebre. Los catarros derivan en estornudos, congestión nasal, tos y dolor de garganta.
Eso sí, resfriados y gripe se transmiten por vía aérea, en forma de aerosoles que se expulsan al toser o estornudar. Muchas infecciones aparecen a inicios de otoño y se mantienen de manera constante hasta los meses de primavera.
Mitos y realidades sobre los catarros y la gripe
Existe la creencia generalizada de que los resfriados y la gripe es consecuencia directa del frío. Pero esto no es así, según confirman los médicos del Centro de Salud de San Pedro Alcántara. Al ser procesos víricos, estas patologías están provocadas por la presencia de virus en el ambiente.
Sin embargo, sí es cierto que un determinado clima o meteorología sí pueden propiciar más resfriados. El primero es que las temperaturas bajas hacen que pasemos más tiempo en casa y en espacios cerrados, por tanto, hay más opciones de que esas partículas víricas se concentren en los lugares al interior.
Por otra parte, las bajas temperaturas sí hacen que las membranas mucosas del tracto respiratorio se resequen y queden más debilitadas. A su vez, la falta de horas de sol hace que muchas personas entren en déficit de vitamina D y melatonina, lo que se traduce en un peor funcionamiento del sistema inmunitario.
¿Cómo evitar estas enfermedades tan propias de otoño e invierno?
El otoño y los últimos meses del año son el momento en el que los servicios autonómicos de salud aprovechan para iniciar la campaña de vacunación frente a la gripe y otras enfermedades, como el Covid. Es una recomendación destinada especialmente a las personas más vulnerables: mayores de 60 años, personas inmunodeprimidas o con enfermedades crónicas, personal sanitario o embarazadas, entre otros colectivos.
Para los resfriados, como no son tan graves y los producen numerosos virus, no hay vacunación específica. Pero sí son válidos algunos consejos que son de utilidad para prevenir estas afecciones, así como la propia gripe. Las vemos con detalle.
- Tápate la boca al toser y estornudar.
- No pases mucho tiempo en espacios cerrados y con mucha gente.
- Ventila los espacios interiores.
- No compartas objetos que estén en contacto con saliva y mucosas de otras personas (cubiertos, vasos, servilletas…).
- Lávate las manos con jabón de manera frecuente y no te toques la cara.
- Protégete la parte superior del cuello con pañuelos y bufandas en los días de frío y lluvia.
- Evita los cambios bruscos de temperatura y no estés constantemente quitándote y poniéndote ropa.
- No te expongas excesivamente al aire acondicionado o la calefacción en espacios cerrados.
Los resfriados y catarros son procesos virales que no causan problemas de salud graves. La gripe, en cambio, sí puede fastidiar más el estado físico y anímico. Ambas afecciones son frecuentes en otoño, por lo que conviene cuidarse y protegerse frente a ellas.