Los datos de nivel del agua y temperatura registrados en las lagunas de Doñana durante los últimos tres años han sido los peores desde que se tienen registros. Así, los resultados previstos para el futuro son la desaparición de muchas de las lagunas temporales y la transformación de lagunas permanentes a lagunas estacionales-temporales. Estas son las principales conclusiones del informe 'Monitorización hidrológica y modelización de la relación laguna-acuífero en los mantos eólicos de Doñana. Seguimiento y ampliación del inventario', fruto del convenio firmado entre el grupo de investigación en Recursos Hídricos de la Universidad Pablo de Olavide y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
El investigador principal del convenio y profesor del Área de Geodinámica Externa de la UPO Miguel Rodríguez-Rodríguez, ha presentado los resultados del estudio y ha alertado sobre la grave situación hídrica que se ha registrado durante estos últimos tres años hidrológicos, resaltando el cambio climático, los riegos agrícolas y el abastecimiento para el turismo como los tres factores clave que influyen negativamente en el mantenimiento de estos ecosistemas. "Este estudio evidencia la alteración del régimen hídrico de las lagunas peridunares de Doñana y su impacto en las propiedades fisicoquímicas del agua, resaltando la importancia de la gestión sostenible del acuífero de Doñana en el contexto actual de cambio climático", afirma el investigador de la UPO.
Así, la investigación llevada a cabo muestra cómo el hidroperiodo y el grado de inundación de dichas lagunas de Doñana se ha reducido significativamente. Además, los resultados de este proyecto han puesto de manifiesto que las lagunas son ecosistemas muy sensibles a pequeños cambios en la distribución anual de las precipitaciones. "Por ejemplo, hemos visto que en el año 2022/2023 llovió aproximadamente la misma cantidad que el año 2021/2022 (en torno a 375 mm/año). Sin embargo, la distribución de las precipitaciones fue diferente, lo cual provocó que las lagunas permaneciesen secas durante más tiempo", explica Miguel Rodríguez-Rodríguez.
Por otra parte, se registraron temperaturas del aire extremadamente altas, de 19,6 °C frente a la media histórica para esta zona (16,9 °C). La temperatura del agua experimentó también un aumento notable en las lagunas durante el periodo de estudio. Sin embargo, en los piezómetros profundos se observó una tendencia ligeramente descendente.
Finalmente, el conocimiento detallado del modo de llenado y vaciado de las lagunas ha permitido calibrar modelos hidrológicos y predecir el comportamiento futuro de estos ecosistemas. Según las predicciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés), para los escenarios RCP 4.5 y RCP 8.5 (trayectorias de la concentración de gases de efecto invernadero), la laguna de Santa Olalla, la mayor de las lagunas peridunares de Doñana, entre los años 2030-2060 cambiará su hidroperiodo de permanente a temporal-estacional. "Este comportamiento en realidad ya se ha registrado, pues se ha secado de manera consecutiva los estiajes del año 2022 y 2023, cosa que no había ocurrido nunca en esta laguna desde que hay registros", afirma el investigador principal del proyecto.
Estos trabajos permiten constatar que hay evidencias directas de alteración del funcionamiento hidrológico en las lagunas del Charco del Toro, Taraje y Zahíllo, las más próximas a Matalascañas. En las lagunas más alejadas, como Dulce, Santa Olalla y Sopetón, no se ha detectado una alteración concluyente del hidroperiodo como consecuencia directa de las extracciones de Matalascañas, sin embargo, estos sistemas dependen del mismo acuífero y están situadas muy próximas a los sondeos de extracción. Por tanto, el equipo investigador indica que es de vital importancia continuar con el seguimiento de los niveles en el entorno de estos ecosistemas para vigilar y monitorizar la afección actual a las lagunas ya degradadas y la posible afección futura al resto de lagunas de la Reserva Biológica.
El equipo de investigación, liderado por Miguel Rodríguez-Rodríguez, está formado por Francisco Moral Martos, profesor titular de la Universidad Pablo de Olavide; María José Montes Vega, técnico superior de apoyo a la investigación; José Luis Yanes Conde, titulado superior de apoyo a la investigación; Alejandro Jiménez Bonilla, profesor ayudante doctor; y José Manuel Bruque Carmona, técnico de laboratorio. Los trabajos han sido llevados a cabo bajo la supervisión de Víctor Juan Cifuentes Sánchez, jefe de la Oficina de Planificación Hidrológica de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.