El trasplante de órganos es un proceso muy delicado y a la vez estresante para el organismo que requiere de un exhaustivo control que lleve a los pacientes a aceptar el órgano y prevenir consecuencias posteriores. Uno de los aspectos que interviene en esos efectos es la inflamación, la cual causa una amplia gama de trastornos de salud.
Para prevenir problemas durante este proceso, y, en concreto, en el trasplante de riñón, los pacientes son tratados con fármacos inmunosupresores, que ayudan a evitar que el sistema inmunitario ataque y rechace el nuevo órgano. Sin embargo, aun así, existen factores que convierten a estos pacientes trasplantados en personas muy vulnerables.
Y es que la formación de complejos inflamasómicos juega un papel clave en la respuesta inflamatoria del cuerpo. Si bien los inflamasomas se han estudiado ampliamente durante la enfermedad renal, su papel en el trasplante de riñón no se ha dilucidado por completo.
Así, un estudio liderado por la Universidad Pablo de Olavide, en colaboración con la Unidad de Nefrología y la Unidad de Inmunología del Hospital Puerta del Mar y el Instituto de Investigación Biomédica de Cádiz (INIBICA), ha identificado la activación del complejo multiproteico NLRP1 en las células inmunitarias de pacientes durante la enfermedad renal y tras el trasplante de riñón.
"Hasta ahora, los estudios veían una implicación de inflamasoma NLRP3, el cual responde bien a los inmunosupresores. Sin embargo, los pacientes seguían estando sometidos a procesos inflamatorios", explica Mario Cordero, investigador del Área de Bioquímica de la Universidad Pablo de Olavide y líder del grupo 'Inflamación y Metabolismo durante el Envejecimiento', cuyo equipo de investigación ha estudiado las células inmunitarias de enfermos renales antes del trasplante de riñón y después en diferentes momentos: tras 24 horas, 72 horas, 7 días, 3 meses y 6 meses. "Nuestro estudio desvela que otro inflamasoma, el NLRP1, está sobre regulado tanto antes del trasplante como mucho tiempo después, hasta 6 meses, sin que los inmunosupresores puedan controlarlo", aclara Mario Cordero.
Además, este efecto está asociado a la edad del donante del órgano, por lo que, a mayor edad con respecto a la edad del paciente receptor, mayor implicación de NLRP1 y, por tanto, mayor inflamación mantenida en el tiempo, lo que podría explicar el riesgo de deterioro y otras enfermedades inflamatorias que presentan los pacientes trasplantados de por vida. "Sin embargo, en el caso de pacientes mayores que reciben órganos de un donante más joven, el efecto era considerablemente reducido, lo que supone un alto grado de implicación de la edad del órgano trasplantado en la activación de NLRP1", afirma Mario Cordero.
Estos resultados llevan así a la hipótesis de que la edad del donante es un factor crítico en la activación del inflamasoma postrasplante y que se deben considerar inhibidores específicos del inflamasoma NLRP1 para aumentar el éxito del trasplante de riñón a largo plazo, convirtiéndose así en una prometedora nueva diana farmacológica.