La Universidad Pablo de Olavide y el Laboratorio de Biodiversidad y Funcionamiento Ecosistémico (BioFunLab) del IRNAS-CSIC colideran un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Climate Change cuyos resultados han mostrado que incrementar el número de factores de cambio global (ej., desde incrementos de la aridez hasta actividades antropogénicas relacionadas con la fertilización) reduce los reservorios de carbono en ecosistemas terrestres globalmente distribuidos.
El carbono almacenado en el suelo es el reservorio más importante del planeta y juega un papel esencial en apoyar múltiples servicios ecosistémicos (desde la productividad primaria hasta la producción de alimentos) que favorecen el bienestar humano. En las últimas décadas, numerosos estudios proporcionaron valiosa información sobre cómo diferentes factores de cambio global, tanto climáticos como antropogénicos, están relacionados positiva y negativamente con el contenido de carbono.
Sin embargo, estos factores de cambio global fueron estudiados individualmente, y la relación entre un creciente número de factores de cambio global que actúan simultáneamente a diferentes niveles de estrés y el contenido de carbono era desconocida. "La realidad es que nos enfrentamos a un mundo estresante, donde los factores de cambio global no son aislados. Los últimos informes indican una desertificación más expendida, registros cada vez mayores en los máximos de temperatura, y un número cada vez mayor de casos de incendios", indica Tadeo Sáez, primer autor e investigador de la Universidad Pablo de Olavide, quien añade que el objetivo de esta investigación fue "establecer cómo esta realidad influye en el contenido de carbono a escala mundial y proporcionar evidencias científicas que podrían pasarse por alto si consideramos los motores del cambio global individualmente".
Los investigadores enfocaron su estudio en regiones del planeta con distintas condiciones climáticas (tropical, árido, polar etc.) y tipos de vegetación (tundra, praderas, bosques tropicales, etc.), incluyendo un máximo de 13 factores de cambio global. "Nuestros resultados mostraron que incrementar el número de factores de cambio global podría resultar en reducciones drásticas del contenido de carbono. De hecho, nuestra investigación mostró que incluso un pequeño número de factores de cambio global que superan un nivel intermedio de estrés ya es suficiente para mostrar relaciones negativas con su contenido", indica Manuel Delgado Baquerizo, investigador líder del Laboratorio de Biodiversidad y Funcionamiento Ecosistémico (BioFunLab) del IRNAS-CSIC, quien afirma que "estos resultados son de gran interés porque demuestran que el número de factores de cambio global es una herramienta poderosa para predecir el almacenamiento de carbono en los ecosistemas terrestres".
El estudio también realizó mapas globales para indicar las regiones que sufren un mayor número de factores de cambio global que actúan simultáneamente. "Desafortunadamente, las regiones con condiciones climáticas más duras, caracterizadas por altas temperaturas y mínimas precipitaciones, están expuestas a un mayor número de factores de cambio global. Algunas regiones como el oeste de Estados Unidos y el África sahariana podrían centrar sus esfuerzos en soluciones climáticas naturales como la restauración de la vegetación natural y mejorar el rendimiento de los cultivos para contrarrestar los efectos del número de factores de cambio global, pero futuras investigaciones son necesitadas para apoyar estas hipótesis", explica Antonio Gallardo, catedrático de Ecología de la Universidad Pablo de Olavide.
Sus estimaciones indican que, indudablemente, comprender los efectos simultáneos del número de factores de cambio global es crucial para anticipar las reducciones del contenido de carbono. "El mensaje que queremos transmitir es evidente, necesitamos acciones inmediatas para considerar y reducir la multidimensionalidad de los factores de cambio global si queremos mantener niveles adecuados de carbono almacenado en nuestros suelos. Además, esta urgencia es particularmente evidente en los ecosistemas de baja productividad", concluye Tadeo Sáez.