Con inicio del verano y las vacaciones a la vuelta de la esquina, es el momento ideal para planificar un ocio saludable y enriquecedor. Relajarse al aire libre no solo es una opción placentera, sino también una garantía de felicidad y bienestar. Las vacaciones en la naturaleza ofrecen una oportunidad única para estimular el cerebro y recargar energías.
Existen numerosos argumentos que confirman que los espacios naturales y abiertos tienen un poder sanador. Susana Gaytán, profesora del departamento de Fisiología de la US, afirma en un artículo publicado en la plataforma de divulgación científica 'The Conversation' que disfrutar de vacaciones en la naturaleza es una de las mejores opciones.
La exploración del medio le gusta al cerebro
Este tipo de ocio estimula nuestros sentidos, que son "las ventanas al mundo exterior". Según detalla Gaytán, el cerebro compara lo nuevo con lo conocido, acumulando vivencias desde la infancia. Esa conducta de exploración del medio "le gusta al cerebro" porque activa sus sistemas de recompensa y la naturaleza es "el entorno más excitante para nuestro cerebro". Cada paseo al aire libre lo llena de sensaciones: el olor de las flores, el canto de los pájaros, el sabor del agua fresca. Este escenario vivo y cambiante favorece la sorpresa constante, intensificando la atención y, con ella, los mecanismos del aprendizaje y la memoria.
Cada sonido, olor o textura activa distintas áreas cerebrales.
Prestar atención a lo que ocurre es fundamental en este proceso. La atención se basa en la concentración selectiva en un aspecto concreto de la realidad, coordinando todas las sensaciones recibidas. Activa distintas áreas cerebrales, permitiendo explorar y comprender la naturaleza. El cerebro integra estos datos y construye un conjunto coherente, vital para nuestra supervivencia y éxito como especie.
Las emociones que despierta la naturaleza estimulan la curiosidad y motivación para aprender. La interacción con el entorno natural intensifica la actividad cerebral haciendo a las personas más felices. "Esta necesidad innata de explorar, conocer y aprender es esencial para el bienestar emocional y cognitivo", subraya la investigadora.
Actividades en grupo al aire libre
El ser humano es inherentemente social. Actividades en grupo al aire libre no solo desarrollan las capacidades físicas, sino también habilidades como la observación, la experimentación y la confianza en las percepciones. "Además, al hacerlo en grupo, se renueva la empatía y capacidad de cooperación. Conocer la naturaleza compromete a las personas con ella, permitiéndonos valorar nuestro entorno y adoptar hábitos sostenibles", concluye Gaytán.