Entre mayo y junio, el municipio de Carmona, situado a solo 30 kilómetros de la capital de Sevilla, se convierte en uno de los sitios más visitados del mundo gracias a sus impactantes campos de girasoles que cubren aproximadamente 74.000 hectáreas, generando un espectáculo realmente único que ejerce una atracción irresistible sobre los visitantes asiáticos, especialmente chinos y japoneses, que consideran a esta planta un símbolo de vida, luz, energía y amor.
La floración de los girasoles es un deleite visual, pero también una gran experiencia sensorial, ya que sus flores desprenden un aroma muy especial.
A los turistas asiáticos les encanta pasear por esos inmensos campos teñidos de amarillo, entre majestuosos ejemplares que pueden superar los dos metros de altura.
Desde el municipio de Carmona remarcan que, cada año, más de tres mil personas provenientes de Asia visitan las plantaciones locales: algunos turistas contratan excursiones exclusivas, otros prefieren viajar de Madrid a Sevilla solo para tomarse una selfie con los girasoles y luego continuar su viaje a París, Londres o Roma.
Paseo del Estatuto
Los taxistas de la localidad conocen muy bien los gustos de estos visitantes y los llevan a una serie de puntos cercanos al casco urbano, de rápido y fácil acceso, para que puedan disfrutar los campos sembrados de girasoles por una tarifa básica pactada con las autoridades.
Por su parte, la oficina municipal de Turismo prepara todos los años una bolsita con pipas de girasol que regala a los turistas asiáticos para que puedan sembrar su propia planta al volver a su hogar. Este obsequio es muy apreciado por los visitantes que no dudan en recomendar el lugar a sus amigos, parientes y compañeros de trabajo.
Una experimentada agente turística de la localidad confiesa que muchos turistas japoneses y chinos visitan España solo para conocer los campos de girasol de Carmona, especialmente parejas que vienen a celebrar su boda entre las imponentes plantas.
La mujer explica que a los turistas asiáticos les encantan los girasoles porque les transmiten una sensación casi mística de "energía, bienestar y placer".
Desde el municipio de Carmona confirman esa información y agregan un dato extra: apenas arranca mayo comienzan a recibir llamadas de las principales agencias turísticas chinas y japonesas, preguntando si los girasoles florecieron para comenzar a mandar sus contingentes; aquellas personas que, por diferentes motivos, no pueden realizar el viaje, tienen la posibilidad de convertirse en agricultores virtuales por una suma fija en euros.
El proceso es simple y muy efectivo: los dueños del campo rotulan una parcela a nombre del cliente y documentan para él todo el proceso, desde la siembra del girasol a su recolección; finalmente, secan una de las plantas y se la envían a Japón o China, junto con unas semillas que puede plantar en el patio de su casa.
Si la persona quiere venir a Carmona a ver personalmente sus plantas puede hacerlo: en la finca los llevan para que las conozcan y luego le dan un almuerzo con productos típicos de la región.
Es importante recordar que, además de su belleza, los girasoles desempeñan un papel central en la economía de la localidad: en Carmona se cultivan 70.000 hectáreas de girasol cada año y cada hectárea produce aproximadamente 1.200 kilos de pipas que luego se usan para hacer aceite que es consumido en todo el mundo, compitiendo, de igual a igual, con Italia, Túnez, Grecia, Turquía, Marruecos y Portugal, los países que lideran esta industria.