Un equipo de investigación de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla ha analizado cómo el cerebro equilibra dos necesidades fundamentales para la supervivencia: la alimentación y las relaciones sociales. A través de un experimento con ratas, el equipo de científicos ha identificado qué áreas cerebrales participan en la toma de decisiones cuando un individuo debe elegir entre obtener comida o interactuar con otros.
El estudio, publicado en Scientific Reports, ha sido realizado en la División de Neurociencias de la UPO, bajo la coordinación de los profesores Agnès Gruart y José María Delgado García, y con la participación de las investigadoras predoctorales Florbela Rocha-Almeida y Ana R. Conde-Moro.
El experimento: decidir entre alimento y compañía
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de investigación diseñó un experimento en el que ratas macho adultas podían elegir entre dos opciones: presionar una palanca para obtener comida o pulsar otra para interactuar con otra rata. Durante el experimento, se registró en video su comportamiento y, al mismo tiempo, se midió la actividad eléctrica en cinco áreas cerebrales clave, todas ellas relacionadas con la percepción de recompensas, la toma de decisiones y el comportamiento social.
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Los resultados mostraron que, en general, las ratas prefirieron obtener comida antes que socializar. Sin embargo, el análisis detallado de la actividad cerebral permitió descubrir que esta elección no es simplemente un acto instintivo, sino que involucra un procesamiento complejo en distintas regiones del cerebro.
El cerebro ante la toma de decisiones
Los registros de la actividad eléctrica revelaron patrones específicos en distintas áreas cerebrales según la elección tomada. Por un lado, el núcleo accumbens mostró una actividad destacada en situaciones donde la recompensa estaba vinculada a la interacción social, lo que sugiere su papel clave en este tipo de comportamiento.
Por otro lado, la corteza prefrontal medial apareció especialmente activa en la toma de decisiones y en la regulación de los ritmos cerebrales, dependiendo de si la recompensa era alimentaria o social. Otros centros nerviosos como el núcleo olfatorio anterior, el núcleo dorso-mediano del tálamo y el hipocampo dorsal modificaron su actividad neural durante estas pruebas. En base a estudios anteriores, la amígdala basolateral también muestra actividad diferenciada en función de la elección, lo que indica su posible participación en la valoración de las recompensas.
Estos hallazgos aportan información valiosa sobre los mecanismos neuronales que influyen en nuestras elecciones diarias. Además, refuerzan la idea de que la capacidad de decidir no es exclusiva de los humanos, sino que también está presente en otras especies, apoyada en circuitos cerebrales similares a los nuestros.