El Ayuntamiento de Torremolinos acoge más de setenta obras en la exposición 'Cien años con Ché Durán'. Una muestra que ha sido hoy inaugurada por la alcaldesa de Torremolinos, Margarita del Cid, y que puede visitarse hasta el próximo 20 de junio de forma gratuita de lunes a viernes de 09:00 a 13:30 horas. Al acto de inauguración han acudido familiares y amigos del artista, muy conocido en el municipio por su carisma y popularidad, lo que hizo que le fuera concedida a título póstumo la Medalla al Mérito Municipal en el ámbito cultural en 2021 por el Pleno de la Corporación Municipal. Esta exposición contribuye a recordar su labor y actividad artística.
Juan Antonio Durán Chicano, Ché Durán, llegó a Torremolinos desde Buenos Aires en el año 1965. Nieto de malagueños conectó enseguida con el ambiente popular y artístico de este atípico lugar, donde ser un visitante, habitualmente extranjero, era algo muy diferente de lo que es hoy en día ser turista y donde el arte pasaba de las manos de las y los artistas a las de turistas, coleccionistas cotidianamente. Desde su llegada, se empeñó en dar a conocer lo que el arte nos puede enseñar y dedicó muchas horas y esfuerzos a promocionar la pintura y el trabajo con la arcilla entre los niños. A finales de los años 70 empezó de manera más formal su labor didáctica, ya fuese en la Casa de la Cultura de Torremolinos, con actividades en colegios o en plena calle en colaboración con diversos ayuntamientos. Fruto de este impulso, ya en la década de 1980, se celebró por primera vez la Fiesta de la Pintura, que con su energía y entusiasmo, llegó durante más de tres décadas, al amparo del servicio de Cultura de la Diputación de Málaga, a los pueblos de toda la geografía malagueña.

Ché Durán plasmó en su pintura ambientes populares, actividades y personajes cotidianos, en ocasiones sórdidos, pero, habitualmente llenos de alegría. Algunas de sus pinturas, por su composición y sus colores, nos traen a la memoria las obras del belga James Ensor, aunque las máscaras desaparecen en parte, para dejar paso a los disfraces del carnaval, menos cargados de dureza y sarcasmo, y a los rostros a veces de trazos escuetos, a veces desdibujados, de hombres, mujeres, jóvenes, niñas y niños. Muchas de sus obras, de una gran vitalidad y de un colorido intenso, son claros ejemplos de una tendencia que nació con las Vanguardias de comienzos del siglo XX, el expresionismo costumbrista, practicando por artistas como el pintor de la Escuela de París Jules Pascin, y que perduró durante todo el siglo, con ejemplos como el del artista gallego Laxeito. Como este, Ché Durán también se vio influenciado por el surrealismo, Chagall no está lejos en algunas de sus composiciones, y por la abstracción, especialmente al final de su trayecto creativo, cuando la reflexión sobre la masificación, sobre nuestra vida gregaria y nuestras costumbres individualistas ocupan los lienzos, lejos ya de la alegría de muchas de las estampas costumbristas o surrealistas, también de sus, como explicaba, imposibles imitaciones de obras infantiles. Sus obras fueron expuestas en salas públicas y privadas de Málaga, Granada, Valladolid, Madrid, Amsterdam, Buenos Aires, La Habana y muchos otros lugares.